La “Sinfonía Nº 35 en re mayor” KV 385 (Haffner), fue compuesta en el mes de agosto de 1782, pero su historia es más compleja. El 20 de julio es encargada una serenata por el burgomaestre de Salzburg, Sigismund Haffner, para el cual en 1776 había compuesto su famosa Serenata KV 250. En un principio constaba de seis movimientos en forma de serenata y con una orquestación de dos oboes, dos fagotes, dos trompas, dos trompetas, timbales y cuerda. La obra está terminada el 3 de agosto, un día antes de su boda. Cuando la obra se estrena en Viena, el 23 de marzo de 1783 sufre una revisión. Desaparecen dos movimientos, la marcha inicial y uno de los minuetos. En la orquestación se añaden dos flautas y dos clarinetes. Mozart ya no se acordaba de la obra original, pues los momentos de su composición habían sido muy intensos en su vida privada. Al redescubrir la partitura la convierte en una sinfonía para poder estrenarla en Viena. Con esta sinfonía llegamos a las seis últimas, las cuales son las realmente importantes en la producción de Mozart.
El primer movimiento Allegro con spirito muestra el dominio que tenía Mozart de la armonía, notándose el influjo que la audición de las obras de J.S. Bach, escuchadas recientemente en Viena, habían hecho sobre él. Esto se observa en las diferentes partes fugadas. Otra característica es que no repite la exposición, apareciendo tachada en la revisión de la obra. En el presto final, en forma de rondó, también encontramos secciones fugadas.
Mozart vive un periodo feliz sin problemas económicos. Sus clases y especialmente sus conciertos en las llamadas academias o sea reuniones para escuchar música pagando entrada, le producen bastantes beneficios. En una de estas academias estrena su “Sinfonía Haffner”, junto al “Concierto para piano” KV 415 y diversas arias cantadas por su ahora cuñada Aloysia, que junto con su marido participan en el negocio de estas academias.
Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya
Jan Willem de Vriend 27,28,29/10/2017