VALLS J

Josep Valls (1904-1999) nació en Barcelona el 14 de noviembre de 1904, vive en la calle Sant Sever, situada entre la Catedral y el Palau de la Generalitat de Catalunya. A los seis años ingresa en el Orfeó Català, donde escucha a los grandes músicos, estudiando con Joan Salvat. Su desarrollo está influenciado por la práctica constante del canto popular catalán, del canto gregoriano, de la música religiosa y profana del Siglo XVI y de las grandes obras clásicas y románticas. Después estudia en l’Escola Municipal de Música con Lluis Millet, Enric Morera y Josep Soler.

En 1924 huye a Francia para librarse del servicio militar, durante la dictadura de Primo de Rivera. Estudia en París composición en la Scola Cantorum con Vincent d'Indy y luego con Albert Roussel. Se gana la vida como violoncelista. Su amigo Josep Carner cónsul en Le Havre le ofrece el cargo de vicecónsul. El 6 de octubre de 1934 se casa con Pâquerette Delille.

La "Suite en sol para piano y cuerdas" puede ser considerada como su primera obra sinfónica. Se interpretó en el Centre Industrial de Sabadell el 1 de agosto de 1930 por la Orquesta de cuerda del Conservatorio de Terrassa.

El "Concierto para cuarteto de cuerda y orquesta" recibió en 1931 el Premio Edward Garret MacCollin otorgado por la Musical Fund Society de Filadelfia.

Se estrenó en París en 1933 interpretado por la Orquesta Lamoureux y el cuarteto Calvet bajo la dirección de Albert Wolff. En España se presentó el 29 de mayo de 1935 interpretado por el Quartet de corda de Barcelona y la Orquestra Clássica de Barcelona dirigida por Josep Sabater en el Palau de la Música.

La "Sinfonía" fue compuesta en 1935, estando dedicada a Juli Garreta. La Guerra Civil impidió su estreno en Barcelona, cuando debía ser interpretada por la Orquestra Pau Casals. La primera audición, de modo parcial, tuvo lugar el 1939 en Varsovia, durante el Festival de la Societat Internacional de Música Contemporánea la S.I.M.C., siguiendo otras en París, esta vez de modo íntegro interpretada por la Orquesta Nacional de Francia dirigida por Eugen Bigot en 1950. Poco tiempo después, Frantz André la dio a conocer al público belga en Bruselas.

En Barcelona no se pudo escuchar hasta 1957, gracias al impulso de Eduard Toldrà. Se presentó en Barcelona el 18 de octubre de 1957 durante el Segundo concierto de otoño de la Orquesta Municipal bajo la dirección del maestro Toldrà. Como tantas otras veces no disponemos de ninguna grabación de la misma, limitándonos a las notas contenidas en el programa de mano.

El primer movimiento, allegro non troppo poco maestoso, presenta una exposición de los temas como una amplificación de la sardana. Un primer tema de intensa expresión empieza en las cuerdas y termina con una amable respuesta de los oboes. El segundo tema, confiado casi enteramente al oboe y al corno inglés, corresponde al solo de tenora de los llargs de la sardana. La parte central del allegro está constituida en gran parte por transformaciones de las diferentes partes de ambos temas, con la particularidad que los elementos del primer tema se presentan con carácter melódico y los del segundo con carácter rítmico.

El segundo movimiento, vivace, evoca por la naturaleza del material temático y por su carácter general, los juegos de la infancia.

El tercer movimiento, lento, escrito en forma de una pastoral bitemática de profunda y contemplativa placidez, turbada algún momento por un rasgo vehemente. Después de una variación en profundidad del primer tema, una llamada del segundo tema da la señal de una larga coda, melancólica y penetrante.

El cuarto movimiento, allegro vivace, consiste en un rondó casi enteramente escrito en 7/8. El refrán, muy corto, varía a cada exposición, como si presentase sucesivamente diferentes facetas de una misma idea, ya con sonriente ironía, ya conteniendo una fina sensibilidad. Las coplas contrastan como irrespetuosos o burlones comentarios.

Hombre comprometido, Josep Valls deja a su familia para regresar a Barcelona para luchar por la República. Prisionero es deportado a los campos de concentración de Argelers y Barcarès. Consigue escapar y marcha a Le Havre. Durante la ocupación nazi ingresa en la Resistencia.

Al final de la guerra decide continuar viviendo en Le Havre dedicándose a la composición. En su última época recibe varios premios de la Fundació Güell y en 1984 el Premio Isaac Albéniz de la Generalitat de Catalunya por la obra "Humoresca".

El "Concierto para violoncelo y orquesta" fue compuesto en 1943 sin que tengamos más datos. Tampoco de sus ballets "El fotògraf" compuesto hacia 1942 y "Entremesos" hacia 1953.

"Cants I" para dos conjuntos de cuerda escrita en 1960. "Cants II" fue compuesta en 1966 estrenándose el 25 de abril de 1981 en el Palau de la Música Catalana, interpretado por la Orquestra Ciutat de Barcelona dirigida por el maestro americano Sidney Harth.

El propio compositor escribe las siguientes frases. Cants I y Cants II se basan en el mismo material del Cuarteto II, es decir, en una serie no gratuita, pero tampoco integralmente temática, que engendra toda la obra. De esta serie pueden surgir ciertos temas más o menos fragmentarios y tratados a menudo en estreta; o, durante largos pasajes, una pulsación rítmica de ciertos intervalos dominantes que también forman la armonía. 

El estilo en cierto modo contrapuntístico, comporta el uso de los espejos y como consecuencia, la compartimentación de la forma que, muy globalmente, está constituida por una parte dinámica, un centro apaciguado y una coda. Aunque mi propósito no ha sido el de hacer descripción, creo que el tono de Cants II, como el de Cants I, proviene de cosas vividas durante nuestra guerra.

Según comenta A. Menéndez Aleyxandre en el programa de mano: La obra pertenece a la técnica dodecafónica pero no es rigurosamente serial. El autor utiliza a menudo el mecanismo del canon para escalonar pequeñas células, que recorren la cuerda y el viento y crea paisajes de sugestión rítmica inconfundible.

La "Suite para orquesta de cuerda" compuesta en 1971 está dividida en tres movimientos. Allegro, Adagio y Mosso. Se interpretó en primera audición por la Orquesta Ciudad de Barcelona dirigida por Rafael Ferrer, el 1 de febrero de 1975 en el Palau de la Música Catalana. Como otras veces los comentarios pertenecen a las notas del programa de mano de dicho concierto, en esta ocasión firmados por el compositor Carles Guinovart.

Muestra la sólida construcción de su escritura orquestal. Valls, cuyo instrumento es el violoncelo, conoce perfectamente las posibilidades de la cuerda y sabe cómo tratarla. Su estilo severo, su concepto evolucionado de la armonía y de la tonalidad, así como su riqueza rítmica nos deparan una obra directa, siempre interesante.  

El propio Valls se expresa en los siguientes términos: Considero esta obra un divertimento. La he hecho pensando en Cataluña y no es raro que aparezcan pues relentes de folclore. Forma y estilo son claros y dirigidos a un gran público. A la simple lectura de la partitura se advierte que el tema melódico que aparece precedido de un dibujo rítmico, al principio de la obra, rige los tres movimientos, completado cada uno de ellos con motivos propios. Este tema va imponiéndose cada vez más durante el transcurso de la obra, hasta la coda donde domina por completo.

Una de las críticas de esta obra aparecida en el Stavanger Aftenblad, el 25 de enero de 1974 decía: Los tres tiempos de la Suite para cuerda de J. Valls están llenos de ritmo y de luz. El compositor ha obtenido un éxito bien merecido.

El "Concierto para piano y orquesta" escrito en Le Havre en 1965 se estrenó en España el 13 de febrero de 1977, interpretado por la Orquestra Ciutat de Barcelona con la solista Eulàlia Solé, bajo la dirección de Antoni Ros Marbà. Anteriormente se había interpretado en sesión privada en la Casa de los Compositores Soviéticos de Leningrado con el pianista Malov. Más tarde la Orquesta Municipal de Le Havre lo dio en audición pública en la Maison de la Culture con el pianista noruego Kayser.

Un concierto extenso, complejo, dividido en tres tiempos. El primer movimiento, allegro moderato, un muy interesante segundo movimiento, andante molto tranquillo, que pronto cambia a un molto adagio y el tercer movimiento, allegro vivace, en el que se entra fácilmente debido a su vivo ritmo.

Matrimonio Valls

Según confiesa el propio compositor. Lo que me interesa es dar un carácter nacional a mi música sin perder lo que pueda tener de universal; que sea una música definitoria del país, que con posibles raíces populares, tenga un espíritu más amplio.

Es una música con una línea que define el carácter de Catalunya, sin una estricta supeditación al folclore. Salvando todas las distancias, mi música se parece a la de Bartok. 

Continuando con lo escrito en el programa de mano del concierto firmado por Jordi Maluquer. Efectivamente, Josep Valls ha seguido la línea de innovación que pasa por el retorno a los orígenes con toda la incorporación técnica de los siglos que se han superpuesto. Y si representa un ensayo de la fórmula Bartok en relación a la música catalana, lejos de la influencia de la Escuela de Viena, también se trasluce el clima musical de donde partió, Falla, Granados y el propio Vincent d'Indy.

"Càntic de Dèbora per a cors i orquestra" es un oratorio compuesto en 1976 que ganó el Premio de la Fundación Güell, el cual no ha podido interpretarse por los problemas que plantea, al no encontrar en Barcelona masas corales que puedan o quieran colaborar en una audición de este tipo. Otra obra similar es el "Cant de Simeó" para voces, coro y orquesta compuesto en 1981.

En el periódico La Vanguardia de Barcelona del 22 de febrero de 1977 se publicó una entrevista con el compositor, de la que incluimos el siguiente párrafo sobre su respuesta al periodista en la siguiente pregunta. El problema de esta obra y otras ejecuciones ¿es principalmente técnico o económico y político?

La situación me parece un tanto paradójica. Por un lado, hay organismos privados con medios suficientes, sin los cuales la vida musical de Barcelona seria raquítica... Pero no parece que este laudable esfuerzo que hacen beneficie mucho a los intérpretes y a los compositores catalanes. Tampoco creo que sea adecuado el sistema de los concursos. Personalmente no me puedo quejar, pero ¿no serla mejor reunir y dedicar una parte de las eventuales disponibilidades financieras de estos diferentes organismos para dar a conocer las obras de todos? Y si pudiera ser, darlas como se merecen, sin improvisaciones ni prisas.  

Por otro lado, ¿cómo es posible encontrar intérpretes que tengan la buena voluntad de pasar horas y horas estudiando para llegar a tocar una o dos veces en Barcelona, sin ni tan sólo aprovechar este esfuerzo para tocar, al menos, en Madrid? En definitiva, es evidente que la solución de estos interrogantes tendría que ser necesariamente de carácter político. En Catalunya todo debe hacerse mediante el esfuerzo privado y se comprende que este esfuerzo tenga unos límites y esté condicionado de diversas maneras. Cuando exista un organismo público rector de nuestras actividades culturales, entre otras, es de esperar que la situación de los músicos catalanes va a mejorar.

Palabras pronunciadas en 1977, hace más de cuarenta años, sobre un problema crónico de nuestra música y la situación no ha mejorado. Todavía son válidas sus consideraciones, por desgracia nuestra y por culpa de unos políticos ineficaces en la gestión cultural.

Josep Valls muere en Le Havre en 1999. Su fondo personal se conserva en la Biblioteca de Catalunya. Actualmente no hemos encontrado ninguna grabación de sus obras sinfónicas. Declaramos que es una vergüenza para nuestra cultura musical.