EL ARTE SUBVENCIONADO POR EL COMUNISMO

3 - El arte subvencionado por el comunismo

Tanto en las primeras páginas de esta obra, como en la dedicada a Shostakovich[1] se han introducido múltiples citas sobre el intervencionismo de las autoridades soviéticas en el campo artístico, textos que no repetiremos, pudiendo ser consultados en las respectivas páginas y obras.

La revolución marxista había logrado derribar la dictadura impuesta por los Zares. El pueblo buscaba su libertad. El artista experimentaba sus mismos deseos. Además existía un sentimiento de rebeldía, de ruptura con el pasado, de ruptura con las ideas conservadoras de la burguesía.

Los artistas crean un nuevo arte de estilo modernista, algo que había rechazado la anterior clase aristocrática. Durante los primeros años del comunismo el arte es libre. Pero el poder, que en principio parecía emanar del pueblo, la sociedad revolucionaria, iba concentrándose en unos pocos, que progresivamente aumentaban su poder.

Este poder concentrado en la nueva clase directiva, daba fuerza a la estructuración del Estado. Esta fuerza se concentró finalmente en una persona, Josef Stalin, que se proclamó como jefe absoluto, como dictador. Una dictadura que afectó también al campo artístico.

BRODSKY
Brodsky

No repetiremos lo escrito en otras páginas, pero obtendremos unas conclusiones, fundamentadas en los comentarios de los capítulos anteriores. El cimiento de nuestras conclusiones se basa en una crítica de la doctrina Zhdanov, base del realismo socialista y de su lucha contra el formalismo.[2]

El comunismo decía que todos los hombres eran iguales, con los mismos derechos y obligaciones. Luego, la música se debía componer para todo el pueblo, no para una clase de público determinada.

La cultura era muy importante para la formación de este pueblo y especialmente la musical, por lo cual debía ser subvencionada por el Estado o sea pagada por todos los ciudadanos. El pueblo necesitaba una formación básica y el arte era apreciado desde esta formación básica, también subvencionada por el Estado o sea por la propia sociedad.

La música que era compuesta para el pueblo debía cumplir una serie de propiedades, para que fuera apropiada para sus fines, especialmente ofrecer belleza al pueblo. La música que se apartara de estas reglas debía ser prohibida y los compositores no podían ser subvencionados por el Estado.

Hasta aquí todo parece correcto, como lo son los principios en que se sustenta el socialismo, no demasiado apartados del cristianismo primitivo. Pero el problema aparece cuando las instituciones dirigentes acumulan el poder. Lo mismo ocurre con la Iglesia. Entonces marcan unos principios que benefician a dicha clase dirigente, apartándose de las necesidades verdaderas del pueblo.

En el caso del pueblo soviético, era necesario infundir un sentimiento de nacionalismo, especialmente cuando era atacado por otras potencias imperialistas. La música compuesta debía expresar este sentimiento de amor a la patria, exaltando el ánimo de su pueblo.

Además, debía ser de características tonales, de fácil estructura, para que fuera comprendida y disfrutada por las masas. Una de sus características fundamentales era el melodismo. Un tipo de melodías basadas o derivadas del folclore, de aquella música creada por el pueblo. Una música del pueblo y para el pueblo.

El propio Stalin se convertía en crítico musical, diciendo que le gustaba la música que recordara canciones de su pueblo, de su Georgia natal. Necesitaba recordar las melodías escuchadas en los conciertos. Cuando estas no aparecían, cuando no podía salir del teatro tarareando una de las melodías escuchadas, opinaba que aquella música no era válida. La música debía ser fácilmente asimilada por su pueblo. En el caso contrario recurría a la idea de formalismo.

LA INTERNACIONALFacilidad, naturalidad, patriotismo, especialmente diseñado para alabar al sistema soviético, junto con el nacionalismo, eran la base que tenía que cumplir cualquier manifestación artística. Esto dio lugar al realismo soviético, cuya representación plástica podemos observar fácilmente, en las reproducciones de las pinturas que acompañan estas páginas, al no ser posible en esta obra la adición de ejemplos musicales.

Una vez  mostradas las características del sistema, pasamos a la exposición de sus ventajas e inconvenientes más notables, lo que nos llevará a unas conclusiones de carácter subjetivo, como todo lo relacionado con el arte, debido a que no existe por sí mismo, sino en la apreciación del hombre.

La ventaja que nos han reportado estos controles sobre la producción artística, durante la época soviética, es el de poder disponer de toda una serie de obras fácilmente asimilables por los espectadores. De este modo, si escuchamos la música escrita por Khrennikov, figura en principio impulsora de este trabajo, veremos que su melodismo es fácilmente reconocible, sonando como algo conocido, demostrando una vez más la propiedad de la repetitividad en la música.

Si examinamos las obras escritas por una figura más rebelde, el caso de Shostakovich ampliamente comentado en otra de las obras escritas anteriormente, citada repetidas veces, veremos que no hubieran existido sin la represión soviética. Su maravillosa manera de expresar en la misma obra, sentimientos de alabanza y crítica al sistema, dependiendo de su posterior interpretación, no se hubiera producido.

Pero la música es un arte vivo y necesita su propio desarrollo, realizado a través de la experimentación de otras formas de expresión. La música tonal no puede llegar a expresar ciertas emociones, siendo necesaria una renovación del sistema.

La música soviética, dirigida desde un Estado dictatorial, se opuso al modernismo, pero la protegió de las influencias extranjeras, especialmente de la globalizadora producción de los Estados Unidos, cuya música de jazz y sus derivadas hubieran acabado con su personal estilo. Considerada como música primitiva de negros, una música degradada, fue prohibida durante los años de la dictadura estalinista.

Esto se puede comprobar perfectamente en la Rusia actual, que recobrada su libertad nos ofrece bochornosos espectáculos, donde se mezcla el clásico folclorismo con la música globalizadora anglo americana que parece dominarlos. Esta pérdida de identidad nacional crea un empobrecimiento de la música. Los deseos de internacionalización, propugnados por el comunismo, recordemos su famoso himno La Internacional, parecen haberse cumplido, pero con un claro ganador, su máximo enemigo.

TIRANA MOSAICO
Mosaico Tirana

Finalmente debemos valorar la labor realizada por todos aquellos compositores de la época soviética, que abandonando su patria en busca de libertad, crearon una música propia, progresista y de gran calidad. Además no podemos olvidar la música compuesta durante estos años en la clandestinidad, una música que no se podía interpretar en público, pero que los compositores continuaban creando para ofrecerla al futuro, sin coartar su libertad expresiva.

La subvención a la música, junto con la educación musical de su pueblo, recordemos tan solo la creación de los teatros para niños, fue uno de los triunfos de la ética comunista, pero ensombrecida por su brutal dominio partidista sobre la estética.

[1]  "Las Sinfonías de Shostakovich" del mismo autor.

[2]  Véase el Apéndice II de esta sección.