LOS GESTORES DEL PATRIMONIO ARTISTICO

6 - Los gestores del patrimonio artístico

 En el capítulo anterior llegamos a la conclusión de que el arte debe ser administrado y controlado por el Estado. Esta tarea será encomendada a los denominados gestores del patrimonio artístico.

Partiendo desde las más altas instancias, los Ministerios de Cultura, hasta los últimos eslabones de la administración, como puede ser los ayuntamientos, esta labor queda en manos de políticos.  Estas personas no tienen una especialización en arte, en la mayoría de los casos, pero deben tomar decisiones políticas siguiendo las líneas maestras diseñadas por sus partidos.

Para ello necesitan personas que posean los conocimientos imprescindibles para la valoración del arte y la cultura. Estas personas, consejeros de sus superiores, son los que se denominan técnicos. Personas sin cargos políticos, que permanecerán indiferentes al partido que gobierne. Estas personas tienen estudios superiores, especializados en la disciplina en que trabajan, como pueden ser los licenciados en Historia del Arte.

Unos profesionales cuya labor es el de administradores de las obras de arte y de la cultura, en el territorio que de ellos depende. Deben dar cuenta de su trabajo al político encargado de cultura, aconsejándole en su toma de decisiones y valorando adecuadamente todo lo relacionado con arte y cultura.

 Los Ministerios de Cultura pueden trazar las líneas maestras, que en última instancia se trasladarán a los municipios, pero la persona en quién realmente el arte queda en sus manos es el técnico de patrimonio artístico.

De estas personas depende principalmente la programación de los espectáculos públicos, financiados en gran parte por el Estado. De ellos dependerá el cumplimiento de una buena gestión, siguiendo unos principios éticos y estéticos que cumplan las expectativas descritas en los anteriores capítulos.

MUSITAEn muchos municipios los museos son gestionados por sus propias concejalías de cultura. De esta labor, la de directores de museo, se delega a los técnicos correspondientes nombrados para este cargo. En la Grecia clásica esta función, de conservadores de museo, estaba encargada a las musas. Por ello no es extraño considerar como musa a la directora de un museo. Persona cuya labor, además de conservar correctamente el patrimonio existente e intentar aumentarlo, debe ser el de inspirar a sus ciudadanos la realización o divulgación de las obras artísticas. En este aspecto su trabajo es muy importante.

Su responsabilidad es muy grande y por ello debe ser debidamente recompensada, especialmente en los casos en que su dedicación es total, absorbiendo todo su tiempo. Este aspecto, muchas veces no es lo suficiente valorado por los políticos ni por el pueblo, que desconoce su trabajo.

Un trabajo, como parte ejecutiva, muy comprometido en sus debidas valoraciones de un patrimonio, basado en el recuerdo de una cultura y de un arte apoyado en la belleza, que según se ha podido comprobar no acepta una valoración científica.

La palabra música proviene del griego μουσική, que podemos transcribir como mousikē, "el arte de las musas". En este caso, la musa no solamente realiza un trabajo de carácter inspirador o administrativo, sino que se implica totalmente, creando su propio arte. Consecuentemente es obligación fundamental de toda musa la defensa y promoción de la más sublime de las artes.

El pueblo no ha de permanecer indiferente frente al arte. Debe mostrar su colaboración, especialmente cuando tiene aseguradas sus funciones de supervivencia y dispone del tiempo libre suficiente para ello.

Me refiero especialmente a muchos jubilados, actualmente con una edad que les permite seguir trabajando. Deben abandonar sus depresivos estados de pasividad, esperando que todo lo hagan los otros y colaborar en unas funciones, cada uno según sus posibilidades y conocimientos, que elevarán su estado de ánimo, transportándolos a un mayor estado de felicidad.

Estas funciones deben ser coordinadas adecuadamente por los técnicos de los negociados de cultura, sobre los que recae la responsabilidad de que lleguen a buen puerto. Su deber moral es fomentar este espíritu de colaboración y altruismo, que se puede materializar en un trabajo constructivo o en otros casos en valiosas donaciones. Con ello realizarán un gran servicio a una sociedad cada día más deshumanizada y carente de valores, tanto éticos como estéticos.

APOLO Y LAS MUSAS
"Apolo y las musas" 1670 François Girardon