SINFONIA Nº 3 EN RE MENOR

La “Sinfonía Nº 3 en re menor” fue empezada en el verano de 1895 en su refugio de verano de Steinbach am Attersee, su Komponierhäuschen, su cabaña de compositor, junto al lago. Aunque los primeros esbozos datan de 1893 su realización sobre el papel fue realizada en el verano de 1895. Compuso cinco movimientos y dejó el primero en un diseño inicial que continuará durante el próximo verano.

El 11 de junio de 1896 regresa nuevamente a Steinbach, pero se olvida los apuntes del primer movimiento en Hamburgo. Debe esperar ocho días para que un amigo se los envíe. Entonces el trabajo es rápido, terminando la partitura el 11 de julio.

El menuetto, segundo movimiento de la extensa obra, se estrenó en Berlín el 9 de noviembre de 1896 por la Orquesta Filarmónica bajo la dirección de Arthur Nikisch. El 9 de marzo de 1897 la misma orquesta bajo la dirección de Felix Weingartner interpreta los movimientos segundo, tercero y sexto. Al terminar, los silbidos del público casi ahogan los aplausos. La crítica escribe reseñas totalmente desfavorables.

El estreno de la obra completa no se producirá hasta el 9 de junio de 1902 durante el Festival de Krefeld en Renania. La interpreta la Orquesta de Colonia dirigida por Mahler. Entre el público se encuentran Richard Strauss, Max von Schillings, Humperdinck, Eugen d’Albert, entre otros, que aclaman la obra. Es el primer triunfo de Mahler como compositor.

Es la sinfonía más extensa de Mahler, su duración supera una hora y cuarenta minutos. Los medios utilizados son enormes, aunque su empleo rara vez es simultaneo. Su orquestación comprende cuatro flautas, todas dobladas por piccolo, cuatro oboes, los cuatro doblados por corno inglés, tres clarinetes, clarinete bajo, tres fagots, un contrafagot, ocho trompas, cuatro trompetas, cuatro trombones, tuba, platillos, dos glockenspiels, pandereta, tam-tam, triángulo, címbalos, tambor, bombo, látigo, dos arpas y cuerda. También necesita una contralto solista, un coro femenino, un coro infantil, una trompa de caza y tambores fuera de la escena, además de un juego de campanas.

Mahler originalmente planeó una obra en siete movimientos. El último titulado Lo que me cuenta el niño, fue suprimido. Se trataba del lied Das himmlische Leben, la vida celeste, que más tarde usará en su cuarta sinfonía. El primer movimiento es el de mayor duración y Mahler dividió la obra en dos partes. La primera con un único movimiento, dejando el resto para la segunda parte.

Mahler añadió títulos explicativos a cada movimiento, pero finalmente los eliminó. Bruno Walter ha conservado estos títulos que se mostrarán en cada uno de los movimientos.

El primer movimiento, kraftig, entschieden, fuerte, decidido, llevaba el subtítulo la llegada del verano o el despertar de Pan. Mas tarde lo tituló lo que me cuentan las rocas. La forma utilizada es una variante ampliada de la sonata, usando dos exposiciones. Se inicia con una introducción que contiene un tema de marcha interpretado por ocho trompas. El primer tema, titulado la naturaleza inmóvil y prisionera, es de naturaleza potente y grandiosa, siguiendo la tradición de Bruckner. Toques de la trompeta producen un clima de intranquilidad. Luego los fragmentos temáticos van tomando cuerpo. Separado por una pausa aparece el segundo tema de carácter popular. Pertenece a las marchas militares que escuchaba Mahler en su niñez y que tanto le impresionaban. Pero el tratamiento de estos temas tan naïves es tan desarrollado como en los más trascendentes. Este acusado contraste entre temas es característico de su autor, que le gustaba oponer lo humano con lo divino, en este caso representado por la naturaleza.

Después de una nueva pausa, empieza una segunda exposición, apareciendo más claramente el grandioso tema de la montaña. Luego se repite el segundo tema, que va aumentando su carácter de marcha militar, hasta llegar a su climax. El primer tema reaparece en el inicio del desarrollo. Es la grandilocuente llamada de la naturaleza, en forma de grandes montañas que empequeñecen al hombre. Difíciles solos para el trombón, que representa la voz de la tierra, se intercalan durante el complejo desarrollo. El solo del violín representa la fragilidad de la naturaleza humana. Los contrabajos inician un crescendo que culmina con la interpretación de la marcha en un clima triunfal. Un redoble de tambor anuncia el principio de la recapitulación. Se repite el potente primer tema que enlaza con el inicio de la marcha del segundo tema, que a través de un crescendo nos lleva a la explosiva coda.

En el momento de hacer un comentario literario del movimiento nos encontramos con dudas razonables. Se puede hacer una doble interpretación del mismo. Intentaremos hacer un estudio razonado. Las dudas provienen del propio Mahler. En el momento de planear la obra le puso el título de “El sueño de una noche de verano” que luego se convertiría en “El sueño de una mañana de verano”, sin tener ninguna relación con la obra de Shakespeare. Mas adelante después de su lectura de la obra de Nietzsche, cambia el título por “Le gai Savoir”, el título de uno de sus libros. El primer movimiento lo titula como “La llegada del verano” o “El despertar de Pan” y más tarde “El cortejo de Baco”.

Si tenemos en cuenta esta versión el tema de la introducción representa el despertar de la naturaleza al final del invierno. Luego aparece la lucha estacional con la transición primaveral. Finalmente llegará el verano con su victoria final. Los ritmos de marcha significan el camino que inevitablemente se recorre hacia el verano. El propio compositor explicó el movimiento con las siguientes palabras, “Pan, espera, llega el verano, sonando y cantando, retozando en todas direcciones. Y todo el tiempo está tan eternamente repleto de misterio y dolor, como la naturaleza muerta, que espera sumida en triste inmovilismo la llegada de la vida”.

Mas adelante Mahler cambia el título del movimiento por “Lo que me dicen las rocas”. En este caso el significado cambia. Mahler le atribuye un significado panteísta. La actitud de Mahler frente a las actitudes trascendentes de la vida cambia a lo largo de su vida. Partiendo del judaísmo inicial pasa al cristianismo, pero siempre estará marcado por las filosofías orientales como veremos en sus últimas obras. El panteísmo es una doctrina filosófica que identifica a Dios con el mundo. Según el pensamiento oriental inmerge a Dios en el mundo. Esta nueva interpretación de su obra parece más convincente que la primera. El gigantesco tema de la montaña se opone a la fragilidad humana.

Mahler nunca nos ofreció una interpretación concluyente. Finalmente adoptó la norma de eliminar todas las notas y títulos descriptivos de sus obras, para que el propio oyente pudiera realizar su particular interpretación. Considerando las obras como puros estudios musicales, dejamos a nuestros lectores que saquen sus propias conclusiones. Los comentarios escritos se dan únicamente de forma orientativa, sin ser de ningún modo dogmáticos.

La segunda parte de la obra empieza con un tempo di menuetto. El título del movimiento era, lo que me cuentan las flores del prado. El tema es interpretado por el oboe acompañado por pizzicatos de la cuerda baja. Un nuevo tema es presentado por la flauta formando un idílico conjunto. Los dos temas se van alternando de un modo simétrico. Este movimiento fue el primero que compuso, titulándolo Blumenstück, conjunto de flores, inspirado en las flores del prado que rodeaba su casita del lago. Continuando con la segunda interpretación de la obra, el segundo peldaño de la naturaleza lo constituyen las flores. Siguiendo la teoría evolutiva después de la creación de la tierra, representada en el anterior movimiento, continúa con las plantas.

El tercer movimiento comodo, scherzando, constituye el scherzo de la obra. La música procede de uno de los “Lieder und Gesänge” (Wunderhorn Lieder), el llamado Ablösung im Sommer, El relevo del verano, compuesto en 1890.

Kukuk hat sich zu Tode gefallen an einer grünen Weiden!

Kukuk ist tot!

¡El cuco ha hecho una caída mortal en un verde prado!

¡El cuco ha muerto!

Nos cuenta que el cuco ha muerto, siendo reemplazado por el ruiseñor. La primavera es reemplazada por el verano. El trio contiene un solo de trompa de postillón colocada fuera de escena. La orquesta le responde con un dúo de trompas de carácter soñador. La trompa vuelve a repetir su llamada. La respuesta de nuevo de la orquesta es realizada por los violines agudos. Por tercera vez responde la trompa invisible. Se reanuda el scherzo con su canción del cuco. Hacia el final del scherzo la atmósfera se enrarece, se escucha de nuevo la trompa de postillón situada fuera de escena, que luego es doblada por las trompas. Cuando se apagan las últimas notas parece reanudarse el tema del scherzo, pero es sustituido por un grito de dolor producido por una fanfarria del viento que nos conduce a la coda.

El subtítulo del movimiento dado por Mahler era, “Lo que me cuentan los animales del bosque”. En este caso Mahler nos presenta el tercer estadio evolutivo, el mundo animal. Un movimiento con una sencilla canción, pero de difícil interpretación en un nivel más profundo. Parece querer dar a entender la fragilidad del mundo animal, que se va renovando estacionalmente para sobrevivir, en un estadio de vida inferior. El carácter simple del trio, también criticado en su época y que ahora nos resulta encantador, parece reflejar este carácter de una naturaleza más sencilla del mundo animal. El grito de dolor que precede a la coda refleja el daño producido por el hombre en su intrusión dentro de la vida de los animales, una especie de llamada a la conservación de la fauna, que forma parte de Dios.

El cuarto movimiento, sehr langsam, misterioso lleva el subtítulo “Lo que me cuenta la noche” y más tarde lo cambió por “El hombre”. Consiste en el lied “Mitternachtslied”, con el texto tomado del “Also sprach Zarathustra”, Así hablaba Zarathustra, de Nietzsche, un libro sobre el cual Mahler había mostrado un considerable interés. Es el adagio de la sinfonía que podemos comparar con el Urlicht de la anterior sinfonía, como un preludio del final, teniendo en cuenta que los tres últimos movimientos se interpretan sin pausa.

Sobre una instrumentación ligera y transparenta, la contralto canta el citado lied que empieza en un ambiente lleno de calma y misterio con la siguiente frase

O Mensch! Gib acht!                                    ¡Oh hombre! ¡Escucha!

Was spricht, die tiefe Mitternacht?     ¿Que dice, la profunda medianoche?

Mahler usa una forma muy libre en este movimiento, usando unos ritmos indistintos sugiriendo la inmovilidad de la noche. En este movimiento siguiendo el ciclo evolutivo, aparece el hombre. En el corazón de la noche la vida  confunde a Zaratrusta con su angustia y sus dudas. Medita sobre el secreto del mundo, de la fragilidad de una vida que será llamada a la eternidad. Todo el movimiento consiste en una profunda meditación del hombre, que acaba de despertar, sobre su destino. Los movimientos encadenados siguientes deben darle la respuesta.

Como curiosidad, especialmente para los aficionados al cine, diremos que la música de este movimiento es utilizada en una de las escenas de la película de Luchino Visconti, “Muerte en Venecia”, a pesar de que la parte mas conocida sea el adagietto de la quinta.

El quinto movimiento, lustig in tempo und keck im Ausdruck, en un tempo alegre y con una expresión desenvuelta, llevaba el subtítulo “Lo que me cuenta el cuco”, reemplazado mas adelante por “Las campanas matinales” y finalmente por “Los Angeles”. Utiliza uno de los lied de la colección Des Knaben Wunderhorn”, el titulado “Canción de cuna del niño pobre”. Un coro infantil imita el sonido de una campana con las palabras bing – bang. El coro femenino canta el lied que comienza con la frase

Es sungen drei Engel einen süssen Gesang

Tres ángeles cantan una dulce canción

En su parte central la contralto canta las palabras de aflicción de San Pedro pidiendo perdón por sus pecados. Los coros de voces blancas representando a los ángeles, le otorgan el perdón llevándolo a través de Jesús a la vida eterna.

El movimiento es una representación de la redención del hombre en un estilo naïve. Las frases finales son acompañadas por un luminoso fondo orquestal, como si nos quisiera decir que la gloria celestial es infinita.

El movimiento se encadena con el último, langsam, ruhevoll, empfunden, lento, calmado, con sentimiento, que llevaba el título “Lo que me dice el Amor”. Empieza con una tranquila introducción por las cuerdas de un tema místico, que nos llevará hasta una luminosa conclusión. Dos secciones van alternando en una serie de variaciones formando una especie de catedral barroca, en un estilo que nace en Bruckner y culmina con el Parsifal de Wagner. La intensidad de la música va elevándose, como recorriendo un camino hacia las alturas. Todavía aparece alguna frase sombría, pero pronto es arrastrada por el himno redentor. Una música noble y serena que nos habla directamente al corazón, de un modo difícil de expresar mediante palabras. La obra termina con una coda triunfal, marcada por los golpes de los timbales.

Es un gran himno en honor al creador del mundo y del hombre. Después de recorrer la escala creativa, a través de los movimientos precedentes, con la redención del hombre por el Amor culmina su viaje hacia la luz eterna. Según una carta de Mahler a su amiga Anna von Mildenburg le comenta que el título del movimiento también podría ser “Lo que me dice Dios, en el sentido de que Dios solo puede concebirse como Amor”. Esta obra es una de las más optimistas de Mahler, que desde la tierra nos conduce hacia Dios por la fuerza del amor o sea a la felicidad, que se identifica con Amor y Dios.

Mahler tiene otra de sus problemáticas relaciones amorosas con Anna von Mildenburg, una joven cantante del Teatro de Hamburgo, durante los años 1895 al 1897. Parece que fue ella quien le indujo a realizar el último gran paso de su carrera. Llegar a ser el director del Teatro de la Opera de la Corte de Viena, uno de los cargos más notables del momento. Para ello necesitaba cumplir dos condiciones. Lograr la aprobación de Brahms y convertirse al catolicismo.

Visitó a Brahms en su refugio estival de Bad Ischl, logrando convencer al respetado maestro que se encontraba en el final de su vida. Luego en 1897 se convierte al catolicismo. Finalmente el uno de mayo de 1897 es nombrado Kappellmeister del Teatro de la Opera de Viena.