MATSUMURA

Teizo Matsumura (1929-2007) nació el 15 de enero de 1929 en Kioto en una familia de vendedores de kimonos. Creció siguiendo la tradición y religión japonesa. Su padre murió cuando tenía diez años y su madre en 1949 de tuberculosis.

Desde la escuela elemental el niño empezó a mostrar interés por la música occidental. En 1945 fundó un club musical y determinó que sería compositor. En 1949 se trasladó a Tokio y con la ayuda del compositor Yasuji Kiyose preparó el examen de entrada en la Universidad de las Artes de Tokio.

Pasó el examen pero en la revisión médica le diagnosticaron una tuberculosis, lo que le impidió entrar en la Universidad. Pensó en el suicidio pero la música pudo imponerse y entró en un hospital para reponerse. Allí empezó a escribir haiku y a componer sus primeras obras.

Al darle de alta del hospital pudo estudiar con Tomojiro Ikenouchi y con Akira Ifukube. Sus primeras obras están influenciadas por Ravel y Stravinsky, además de la música tradicional japonesa.

Su primera obra significativa es "Achime" para soprano, percusión y once instrumentistas. Compuesta en 1957 se basa en un tipo de música tradicional japonesa, una música que explora las raíces del pasado. Su música rechaza las técnicas dodecafónicas europeas buscando su inspiración en las escalas tradicionales orientales. Para nuestros oídos suena bastante disonante a pesar de no ser atonal.

Para ganarse la vida, como muchos compositores japoneses, a partir de 1959 empieza a escribir música para el cine y el teatro, creando un centenar de obras en las que experimentaría con la música más progresista e innovadora. Emplea técnicas electrónicas y música concreta.

La “Sinfonía Nº 1” fue compuesta en 1965 para la Orquesta Filarmónica del Japón, que la estrenó el 15 de junio de 1965 bajo la dirección de Akeo Watanabe. Como tenía muchas dificultades para escribir una sinfonía con técnicas occidentales optó finalmente en emplear una música moderna pero de raíces asiáticas.

Sobre su sinfonía el compositor escribió las siguientes frases. Hace unos diez años que sentí que estaba equivocado al esforzarme en escribir música de tradición occidental. Después de esta época he deseado escribir una obra con un carácter netamente asiático, en la cual pudiera mostrar algo de la fuerza de nuestro pueblo para expresarse. La vista de fotografías de templos budistas con su enjambre de dioses y diosas de piedra formando un todo majestuoso me produjo una visión.

De repente vi delante de mí una larga fila de antepasados, cada uno de ellos dotado de una vida individual que se remonta en el tiempo y forma también un todo majestuoso y continuo. Esta idea en un sentido doble inspira mi sinfonía, que me costó cinco años en terminarla, pues me detuve frecuentemente por el siguiente problema, ¿Cómo expresar lo abstracto mediante una serie de sonidos que no tienen nada de abstracto?. La sinfonía comprende tres movimientos de los cuales los dos últimos deben encadenarse.

El primer movimiento, andante, está concebido desde una mentalidad asiática, por ello no debemos intentar buscar los elementos de la lógica occidental. Está basado en una raíz única de la que surge cada elemento y a partir de ello se construye una estructura unificada. Presenta un paisaje sonoro interno en el cual las notas surgen como un flujo, amplificándose y multiplicándose infinitamente.

Comprende intensos crescendos que parten de silencios, como si se levantaran grandes estructuras armónicas mediante fuertes disonancias y un amplio empleo de la percusión. Música compleja y difícil de analizar para nuestra mentalidad. Se acerca a la atonalidad de los compositores occidentales de la época. El movimiento termina con momentos más estáticos que parecen difuminarse en el tiempo,

El segundo movimiento, adagio, posee un carácter de música de cámara. Empieza con sonidos de la flauta en un ambiente de meditación, que nos conduce a una sección intermedia con notas sostenidas para regresar al ambiente inicial.

El tercer movimiento, allegro, empieza sin pausa con un breve tema repetitivo, que va aumentando su intensidad para detenerse bruscamente e iniciar otro periodo que crece hasta llegar a un intenso clímax con intervención masiva de la percusión sobre un ritmo en ostinato. Se detiene de nuevo bruscamente en un silencio. Partiendo del mismo vuelve a edificarse un edificio sonoro con grandes estallidos disonantes del metal. Termina difuminándose con lejanos ecos de campanas antes de un fuerte acorde final.

En 1971 Matsumura realiza un viaje a la India, Nepal y Sri Lanka, visitando muchos enclaves históricos budistas. Estas experiencias las refleja en sus siguientes obras. Entre ellas el "Concierto para piano Nº 1" compuesto en 1973 y el "Concierto para piano Nº 2" de 1978.

Unas obras de características especiales empleando ostinatos y estructuras muy originales basadas en la música oriental. El segundo concierto está considerado como una de sus obras más populares. Se ha interpretado en muchos países, entre ellos los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Rusia. Dirigido entre otros por Valery Gergiev.

En 1980  la Suntory Music Foundation le encargó la escritura de una ópera. Se trata de "Chinmoku", Silencio, basada en la novela del mismo título de Shusaku Endo. Tardó 13 años en terminarla estrenándose en 1993. Trata del tema de Dios y el hombre en la época feudal del Siglo XVII, cuando el cristianismo estaba prohibido.

La “Sinfonía Nº 2” escrita para piano y orquesta fue compuesta en 1998, para la Suntory Music Foundation. Fue estrenada interpretada por la Tokyo Metropolitan Symphony Orchestra bajo la dirección de Tadaaki Odaka, con Minoru Nojima como pianista solista. El tercer movimiento se revisó en 1997 y en el año 2006 el compositor realizó una revisión de toda la obra.

                                           Kongorikishi

La inspiración para la escritura de la obra surgió de la contemplación de un poster del Kongorikishi de Kofukuji, un famoso templo budista situado en Nara. Kongorikishi también conocido como Nio, son un par de estatuas semejantes a luchadores de sumo colocadas a la entrada de los templos budistas. De aspecto irritado y dotados de una imponente musculatura las estatuas actúan como vigilantes del Buda. Uno de ellos con la boca abierta es llamado A-gyo mientras que el otro con la boca cerrada se le conoce como Un-gyo. A indica la primera nota cuando alguien abre la boca y B indica la última nota cuando alguien cierra la boca. De este modo las dos figuras pueden representar el principio y el fin del universo.

Presenciando su fiero aspecto, con profunda obscuridad detrás del blanco de sus penetrantes ojos, Matsumura parece como si hubiera escuchado sus angustiadas voces.

El primer movimiento, half note = 50, posee un estilo más flexible que el de sus anteriores obras. Acusa la influencia de la música occidental incluida la tonalidad. Después de una breve introducción orquestal el piano introduce sus primeras notas. Aparece una cadenza de carácter tonal en el piano seguido de un intenso episodio con fuertes disonancias, que termina en forma de himno tonal. Moviéndose entre ambos mundos finaliza con cromáticas notas del piano.

El segundo movimiento, quarter note = 46, de carácter lento emplea un estilo más atonal, incluyendo las técnicas de los cuartos de tono. Protagonizado por el piano en su primera sección, después de un silencio empieza una sección orquestal hasta que el piano vuelve a tomar protagonismo interrumpido por coléricas frases orquestales

El tercer movimiento, half note = 50, es de breve duración empezando tranquilamente hasta que la orquesta entra con fuerza con un motivo agresivo, como si expresara las irritadas voces de los vigilantes del templo.

"En la noche de Getsemaní" compuesta en 2002 fue su última obra orquestal. Un poema sinfónico inspirado en el fresco de Giotto, El beso de Judas. Describe a Judas traicionando a Jesús por treinta monedas de plata, usando una música expresiva de tipo occidental.

Matsamura murió de una pulmonía el 6 de agoto de 2007 en Tokio. Había sido profesor de la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio.