BERNAOLA

Carmelo Alonso Bernaola (1929-2002) nació en Ochandiano, Vizcaya, en el país vasco el 16 de julio de 1929. Después de sufrir los primeros bombardeos durante la Guerra Civil, cuando tenía ocho años, su familia se trasladó a Medina de Pomar en la provincia de Burgos en Castilla la Vieja. Allí en 1937 comenzó sus estudios musicales de solfeo, trompa y especialmente de clarinete, el instrumento al que se dedicaría profesionalmente. Empezó formando parte de la Banda de Música de Medina de Pomar.

En 1944 su familia se instaló en Burgos. Allí estudió armonía con Domingo Amoreti, maestro de capilla de la catedral y director del Orfeón Burgalés en el que participa. Además estudia piano y clarinete.

Para eludir el servicio militar obligatorio, en 1948 realizó oposiciones para músico militar de la Banda de la Academia de Ingenieros. Destinado a Burgos en 1949 obtiene la plaza de segundo clarinete en la Orquesta Sinfónica de Burgos.

En febrero de 1951 se incorporó con el grado de sargento en la Banda del Ministerio del Ejército en Madrid. Continúa sus estudios de clarinete con Antonio Mesanza y de armonía y contrapunto con Tomás Blanco, convalidándolos en el Conservatorio de Madrid. En la capital coincidió con diversos miembros de la posteriormente llamada Generación del 51, como Cristóbal Halffter, Manuel Angulo y Ángel Arteaga, con los que trabajaría en la búsqueda de una nueva música.

Ingresa mediante oposición en 1953 como clarinetista en la Banda Municipal de Madrid. Bernaola continúa en la capital sus estudios musicales en el Conservatorio, siendo alumno de Enrique Massó en armonía, de Francisco Calés Pina en contrapunto y fuga, y de Julio Gómez en composición.

En 1955 recibe una mención Honorífica en el Concurso Nacional de Música por "Música para quinteto de viento". Tiene los primeros contactos con la música dodecafónica a través de Gustavo Becerra y Luis de Pablo.

Recibe una beca Carmen del Rio concedida por la Real Academia de las Artes de San Fernando en 1957. En este año compone el "Cuarteto de cuerda Nº 1" con el que obtiene el Premio Nacional de Música. Al siguiente año termina sus estudios en el Conservatorio con un Premio Extraordinario de composición.

Contrae matrimonio con María del Carmen Ruiz en 1959, cuyo primer fruto sería su hija Cecilia a la que en posteriores años seguirían otros tres hijos.

Después de asistir a unos cursos de música en Santiago de Compostela con Alexander Tansman y André Jolivet, obtiene el Gran Premio Roma, una beca de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando para ampliar su formación en Italia.

En Roma entre 1960 y 1962 estudia composición en la Accademia Santa Cecilia, con Goffredo Petrassi y con Serfiu Celibidache. Luego en Darmstadt amplía sus conocimientos con Bruno Maderna y con Messiaen, teniendo contactos con Boulez, Stockhausen, Nono y otros compositores progresistas.

Realiza un curso de dirección de orquesta con Celibidache y otro de música cinematográfica con Lavagnino. En 1961 efectúa una estancia de dos meses en París.

La “Sinfonietta progresiva” fue compuesta en 1961 sin que tengamos más información sobre ella.

Al regresar a Madrid retoma su plaza en la Banda Municipal, pero dedica la mayor parte de su tiempo a la composición de bandas sonoras, tanto para el cine como para la televisión que se estaba introduciendo en España.

Tanto la música como las artes plásticas se habían mantenido en España en un ámbito conservador, protegidas por la situación político social generada por la dictadura de Franco. Pero esta situación no podía durar eternamente y al final de los años 1950 y principios de 1960 se produce una fuerte evolución de carácter rupturista en todos los medios artísticos.

En el campo de la música aparece la llamada Generación del 51, un nombre acuñado por uno de sus artífices más novedosos, Cristóbal Halffter, sobrino de Ernesto y Rodolfo Halffter. El nombre fue elegido por ser el año en que algunos de sus miembros terminaron sus estudios en el Conservatorio. En realidad fue el año en que terminó sus estudios Cristóbal Halffter.

La música asimiló en muy poco tiempo todos los estilos nuevos que habían aparecido y la habían dejado desfasada. Desde Stravinsky y Bartok, pasando por el atonalismo expresionista, el dodecafonismo, el serialismo integral, hasta las formas abiertas y aleatorias, el grafismo y las técnicas electroacústicas.

Pero esta rápida asimilación de nuevos estilos y técnicas, evitó que la mayoría de compositores cayeran en el internacionalismo dodecafónico y atonal que se había impuesto en muchos países. Una especie de comunismo musical que despersonalizaba a sus creadores. Por lo general los compositores hispánicos conservaron su propia personalidad.

Carmelo Bernaola se asimila dentro del grupo Generación del 51 por el carácter modernizador de su música llamada culta, desarrollando la música aleatoria que deja libertad interpretativa aunque está controlada por el compositor.

"Heterofonías" terminada en 1966 se revisó al año siguiente, estrenándose en el Teatro Real de Madrid. En 1968 es nombrado Profesor de Música de la Cátedra de Historia y Estética de la Cinematografía en la Universidad de Valladolid. Recibe diversos premios por su música para el cine. En 1971 trabaja como profesor de Armonía y Composición en el Conservatorio de Madrid.

La “Sinfonía en do" fue compuesta en 1974 para cumplimentar un encargo de la Orquesta Nacional de España, que la entrenó el 15 de febrero de 1974 dirigida por José María Franco Gil a quién está dedicada, en el Teatro Real de Madrid.

Es la Sinfonía Nº 1 de Bernaola, a pesar de que en su momento no la numeró. Por su título parece una obra situada dentro de la tonalidad, pero está escrita en un ambiente vanguardista  totalmente ajeno al ámbito tonal. Según aclara su autor, el material sonoro se organiza en función de los armónicos más lejanos del sonido Do y, en el trabajo compositivo, heterofónico y polifónico, surgen constantemente procesos lineales relacionados también con el sonido Do.

La sinfonía adapta el género a sus concepciones modernistas de la música. Se encuentra dividida en tres partes que recuerdan los tres movimientos clásicos pero que se interpretan sin interrupción.

La primera parte presenta varias secciones que podrían ser tomadas como el primer, el segundo tema de la exposición y grupo cadencial. Pero no existen las secciones equivalentes al desarrollo y a la reexposición. Escrita en un lenguaje atonal, emplea los instrumentos de forma camerística con gran participación de la percusión.

La segunda parte tiene forma ternaria en la cual la tercera sección es sustituida por un proceso de desarrollo episódico, un proceso aleatorio que nos conduce a la tercera parte. Correspondería al movimiento lento de la sinfonía.

La tercera parte se aproxima al llamado rondó clásico, cuyo estribillo como dice el compositor es como un homenaje al sinfonismo clásico, la música se produce con un metro y un pulso de aquel estilo. Los episodios intercalados responden claramente al estilo de la nueva música.

La “Sinfonía Nº 2" fue compuesta en 1980. Escrita por un encargo de Radio Nacional de España, se estrenó el 22 de marzo de 1980 en el Teatro Real de Madrid, interpretada por la Orquesta Sinfónica de RTVE dirigida por Odón Alonso.

Utiliza un sexteto de cuerda, dos violines, dos violas y dos violoncelos, separado de la orquesta que actúa como cuerda de resonancia. Empieza a tocar antes de la salida del director a escena, también durante las pausas entre los movimientos y solo deja de hacerlo cuando al final el director se retira y se terminan los aplausos.

Este efecto aparece como un eco o pre eco de la orquesta, algo que únicamente se puede apreciar en una actuación en directo.

El primer movimiento, comienzo, empieza mediante la intervención de la cuerda, a la que contestan las maderas, los metales y la percusión progresivamente. El clima es de carácter expresivo sereno, con contrastes entre momentos de calma y otros con rápidas figuraciones. El material sonoro se va gradualmente densificando, hasta conducirnos a un crescendo, que termina en un intenso clímax.

El agudo sonido del flautín relaja la tensión acumulada. Figuras estáticas con notas repetitivas se combinan con figuraciones más rápidas. Termina con un conclusivo acorde orquestal tras lo cual reaparece el sexteto de cuerda, para terminar de disolver cualquier tensión y conducirnos al siguiente movimiento.

El segundo movimiento, tranquilo, es de naturaleza estática. Muy tranquilo y sin ningún rigor de compás lo denomina el propio compositor. Un grupo instrumental formado por el piccolo, corno inglés, clarinete bajo y contrafagot entona una especie de coral mediante notas largas. En forma de anillos se superponen los metales y luego la cuerda, alcanzando su clímax. Después el tejido orquestal empieza a disolverse hasta dejarnos nuevamente con el sexteto de cuerda.

El tercer movimiento, repetitivo, empieza con las violas exponiendo un breve tema melódico, que se irá repitiendo de modo incansable a lo largo de todo el movimiento. Es uno de los recursos que generalmente emplea Bernaola en su obra, pero en este caso este recurso se vuelve su contenido principal. La orquesta va aumentando su tensión hasta un punto máximo, terminando casi en un silencio, siguiendo luego una bajada, hasta dejarnos nuevamente con el sexteto de cuerda, esta vez casi inaudible.

El cuarto movimiento, final, empieza de un modo abrupto, estructurándose en tres secciones. La primera tiene un carácter bastante vivo. La segunda consiste en un crescendo que de modo brusco termina nuevamente en casi un silencio, desde donde arranca la parte final en forma de mancha sonora que se va intensificando, hasta disolverse en las resonancias del sexteto de cuerda.

Una obra de carácter atonal construida en el estilo propio del compositor, que añade su personalidad a un tipo de música generalmente demasiado técnica y difícil de comprender para el oyente.

En 1981 Bernaola es nombrado director de la Escuela Superior de Música Jesús Guridi de Vitoria-Gasteiz, con lo cual retorna a Euskadi, donde residirá durante catorce años hasta su jubilación.

"Nostálgico" terminada en 1986 es una obra para piano y orquesta, en la que también aplica el procedimiento de música flexible, o sea el dejar parámetros abiertos, con lo cual la interpretación varía cada vez que se interpreta la obra.

Este es uno de los motivos por el cual el maestro Bernaola, como también ocurre con Celebidache, no era amigo de la música grabada. La música en un concierto es una representación de la música viva. Las notas se despiertan de los pentagramas y signen su curso como seres vivos. Cuando se produce una grabación se vuelve a su descanso, reproduciéndose una y otra vez del mismo modo que un ser congelado. En el caso de la música abierta este factor es muy importante pues la interpretación depende en parte de los ejecutantes.

Bernaola recibe en 1989 el premio Goya a la mejor Música de Cine. Es su otra cara como compositor, muy diferente de cuando se dedica a la composición de la diríamos música pura o música por la música.

La “Sinfonía Nº 3” fue escrita en 1990. Se estrenó el 25 de octubre de 1991 en el Auditorio Nacional de Madrid interpretada por la Orquesta Nacional de España dirigida por Aldo Ceccato, uno de los alumnos de Celibidache.

Una sinfonía dividida en tres tiempos que se interpretan sin interrupción. Aunque existe una grabación de la misma no hemos podido hasta ahora conseguirla, por lo cual no ofrecemos los habituales comentarios de la misma.

Lo que podemos afirmar según los comentarios aparecidos tras su estreno, es que la obra fue bien acogida por el público, siendo largamente ovacionada.

Un público al parecer análogo al que en los años 1960 abroncaba al compositor en el estreno de sus "Espacios variados". Es posible que el público haya ampliado sus horizontes, aceptando una música atonal con un carácter más revolucionario o que solo sea un cambio en la educación del espectador, que aplaude por cortesía, para premiar el esfuerzo realizado por los intérpretes o para demostrar que su carácter es progresista, lejos de todo inmovilismo. Un tema que se presta a reflexión.

La obra fue bien recibida, según podemos leer en las siguientes frases de la crítica que acompañó al estreno de la sinfonía, la solidez de técnica, la precisión de escritura y la seguridad de pensamiento de Bernaola convierten a esta sinfonía en tres tiempos, sin solución de continuidad, en algo de directo impacto como quedó demostrado por la acogida del público. Bernaola ha hecho de lo que antes podía tener su música de ensayismo, creación libre y firme.[1]

Para la celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América en el año 1992, el Instituto de Cooperación Iberoamericano le pidió una obra. El resultado fue la composición de "¡Tierra!", que se estrenó en el Conservatorio Nacional de Música de México. A pesar del humor demostrado en su título, es una obra escrita dentro del estilo atonal de su autor, sin ninguna alusión orquestal explícita a la epopeya colombina.

Bernaola recibe el Premio Nacional de Música en 1992 y al año siguiente ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1996 compone la música para el ballet "La Celestina" con argumento de Adolfo Marsillach.

                            Bernaola recibiendo el Premio de la Fundación Guerrero

Es nombrado en 1998 Doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense de Madrid. En el año 2001 recibe el Premio de Música de la Fundación Guerrero, una especie del Cervantes para la música.

Bernaola ha compuesto 82 bandas sonoras para el cine, música para el teatro y la televisión. Entre ellas destacan "Espérame en el cielo" de 1988 y "Pasodoble" de 1988 con la que ganó el Premio Goya en 1989 a la mejor música original.

Una melodía muy recordada por su popularidad es la música escrita para la serie televisiva Verano azul. También la sintonía para el programa de debate La clave. Entre sus canciones se recuerda El cocherito leré de 1968.

En 1982 compuso el himno del Athletic Club de Bilbao, en euskera Athleticen ereserkia. A pesar de no residir durante mucho tiempo en el país vasco, siempre ha sido un defensor de Euskadi, hablaba euskera y compuso además obras como "Canto al Euskera" en 1995.

Carmelo Bernaola fallece en el Hospital de Madrid, víctima de un cáncer, el 5 de junio de 2002. Está considerado como el introductor de la modernidad en la música clásica española. Su concepto de música flexible, basada en las técnicas aleatorias, supone el inicio de un movimiento progresista dentro del campo de la música. Algo que no está demasiado bien visto por muchos espectadores conservadores, que actualmente puede decirse representan a una gran mayoría.

[1]  Crítica aparecida en el periódico El País del 27 octubre 1991