WISSMER

Pierre Wissmer (1915-1992) es un compositor francés de origen suizo. Nació en Ginebra el 30 de octubre de 1915. Hijo de médicos, su padre había nacido en el cantón francés de Suiza del Vaud, mientras que su madre Xenia Kowarsky era de ascendencia rusa.

Nacido en tiempos de guerra su madre pudo iniciarlo en el arte de la música. Instalados en Corsier a orillas del lago el niño también recibió la influencia de amigos de sus padres. Empezó sus estudios musicales en el Conservatoire de Musique de Genève mientras cursaba estudios de bachillerato. Por decisión de sus padres luego se matriculó en la escuela de Derecho pero realmente estaba interesado en el piano.

Robert Casadesus le animó a continuar en el campo musical decidiendo presentarse a los exámenes de ingreso en el Conservatorio de París. Estudió con los pianistas Jacqueline Blancard y Jules Gentil, pero por su juventud y preocupaciones románticas no logró superar el examen de ingreso.

Se le abrieron nuevos caminos y una mayor libertad de estudio, siendo recomendado a Roger-Ducasse, sucesor de Paul Dukas en la clase de composición. Para perfeccionar su formación técnica y armonía ingresó en la Schola Cantorum donde estudió contrapunto con Daniel-Lesur. La amistad entre profesor y alumno creció, perdurando durante toda su vida. También siguió el curso de dirección de Charles Münch en la École normale de musique de Paris con lo cual consiguió una completa formación musical.

Después de una breve Suite para su propio instrumento, el piano, en 1936, pasaría a hacer uso del mismo como solista o músico de cámara en más de veinte obras, incluidos tres conciertos.

El "Concierto para piano Nº 1" terminado en París el 28 de abril de 1937, fue interpretado por primera vez el 10 de octubre de 1937 en la Exposición Internacional de Artes Industriales y Decorativas Modernas de París por su maestra Jacqueline Blancard dirigida por Henri Tomasi,

En el mismo año, escribió una Suite en trío para dos violines y viola, estrenando casi inmediatamente en La Spirale, su Primer Cuarteto de Cuerdas, y un Mouvement para orquesta de cuerdas, estrenado en Ginebra en febrero del año siguiente. Inventivo, lírico y generoso, apoyándose en la tonalidad y la modalidad, demostró un profundo dominio de la orquestación y se concentró en el virtuosismo del solista y la búsqueda de sonoridades originales.

La “Sinfonía Nº 1" fue compuesta en 1938 y estrenada en Winterthur por Hermann Scherchen. Una obra de juventud que muestra un estilo ecléctico. Utiliza un clavicémbalo, que puede ser reemplazado por un piano. El uso de timbres en secciones, doblajes o solos recuerda la escritura orquestal de Ravel o Richard Strauss, mientras que las llamadas de los metales evocan voluntariamente el mundo de Léoš Janáček.

El primer movimiento, allegro, empieza con una breve introducción a la que sigue un elegante tema de minueto introducido por el oboe y cuerdas. Luego es tomado por el clave y va circulando a través de todos los instrumentos a medida que avanza el movimiento. Posee un estilo neoclásico con claridad temática y de desarrollo. La presencia del clavicémbalo rinde homenaje al Concert champêtre que compuso en 1928 Francis Poulenc.

El segundo movimiento, adagio, se abre con una ligera construcción contrapuntística de carácter modal. El uso del cromatismo es postromántico. La orquestación al estilo de Ravel se caracteriza por el aumento progresivo de secciones. La parte central es cromática y con carácter misterioso, en la que trompetas, oboes y flautas intervienen sobre un desnudo acompañamiento, que nos conduce a un fuerte clímax rápidamente anulado por un lamento melancólico de la cuerda.

El tercer movimiento, vivace, presenta mediante la orquesta su tema principal inspirado en los salmos hugonotes. Un motivo dramático, cuyo intervalo recuerda el uso inquietante y obsesivo en Salomé de Strauss, puntúa la primera parte y proporciona una base para un solo de trompeta, que se desarrolla sobre síncopas oscilantes del tutti, arrastrando pronto a la orquesta a su paso, antes de un regreso al motivo dramático del principio. La coda cita el coral antes de un arpegio de las cuerdas, puntuado por un golpe final de bombo.

Se nota la influencia de la Schola Cantorum donde Wissmer estaba estudiando en ese momento con un Daniel-Lesur que todavía era organista e influenciado por Charles Tournemire. También escuchamos una alusión al jazz al estilo de Maurice Ravel o Darius Milhaud.

En 1939 Wissmer compuso el ballet "Le beau dimanche" sobre un argumento de Pierre Guérin que lo conecta con Stravinsky, Poulenc. Sauguet y Cocteau. Wissmer fue llamado a filas durante la guerra, con el estatus especial de ciudadano suizo que vive en el extranjero, ya que no tomaría la nacionalidad francesa hasta 1958. En 1944, fue nombrado profesor de composición en el Conservatorio de Ginebra y jefe del departamento de música de cámara en Radio-Genève.

A pesar de sus múltiples ocupaciones, su producción se intensificó y diversificó. Compuso "Marion ou La belle au tricorne", una ópera cómica estrenada en concierto en Radio-Genève y posteriormente representada en la Opéra-Comique de París. Escribió numerosas obras de cámara para piano, voz y cuarteto de cuerdas, música de radio, incluyendo "L'histoire d'un concerto", que le valió el Gran Premio de la Radio Suiza.

El "Concierto para violín Nº 1" fue compuesto entre 1940 y 1942 continuando el espíritu de su anterior concierto para piano. Lo estrenó la Orchestre de la Suisse Romande en Ginebra.

El "Concierto para piano Nº 2" compuesto en 1947 posee la forma clásica y el espíritu tonal. La escritura para el piano es a la vez lírica y brillante. A pesar de su carácter bastante libre resulta una obra muy asequible.

El 6 de febrero de 1948 Wissmer se casa con la joven pianista Laure-Anne Étienne, estudiante de Marguerite Long en el Conservatorio de París, que sería una gran ayuda en su carrera

La “Sinfonía Nº 2" fue compuesta en 1951. Abandona el carácter modal de su anterior sinfonía por un cromatismo o dodecafonismo, incluso serialismo. Presentada en tres movimientos de igual longitud, está escrita en un estilo libre situando a Wissmer en la estela de aquellos que, como Alban Berg, por ejemplo, utilizaron el sistema hecho famoso por Schönberg para fines expresivos. No duda en recurrir a un acompañamiento a la octava o al unísono o en desarrollar temas según técnicas tradicionales de contrapunto como la imitación o las entradas fugadas.

El primer movimiento, allegro, de carácter enérgico se basa en dos temas, cada uno presentando una serie cromática, primero en sentido normal y luego retrógrado. Se inspira en la forma sonata con una exposición, un desarrollo formado con elementos y transposiciones de las dos series y una recapitulación.

El segundo movimiento, molto moderato, escrito en forma A, B, A, con predominio de la cuerda, utiliza un lenguaje expresivo que recuerda al de Olivier Messiaen. El tema fundamental es una serie de doce notas presentadas de acuerdo con el mismo principio que en el primer movimiento.

El tercer movimiento, allegro, nuevamente utiliza como tema principal una serie dodecafónica, superponiendo varios ritmos. Aparecen motivos de la canción popular Trois jeunes tambours s'en revenaien de guerre, mediante llamadas de los metales, burlas del xilófono, vuelos de carrillón e incluso una fuga.

La “Sinfonía Nº 3" compuesta en 1955 para orquesta de cuerda, está dedicada a su primer intérprete, Paul Klecki. Consta de cuatro movimientos, la única concesión al neoclasicismo con resoluciones tonales, ya que la obra prolonga, en cierto modo, el espíritu del segundo movimiento de la Segunda Sinfonía y se basa libremente en varios motivos cromáticos.

La orquesta de cuerdas se utiliza en todas sus posibilidades sonoras y expresivas. Wissmer ya había compuesto dos cuartetos de cuerda, en 1937 y 1949, además de un Movimiento para orquesta de cuerdas en 1937.

El primer movimiento, allegro, utiliza dos motivos cromáticos contrastantes que se interpretan tres veces, unidos por su coloración cromática. El primero de carácter rítmico, que contrasta con un tema formado por una serie de nueve notas de ritmo binario, en el que se entrelazan dolorosamente violines y violoncelos. Las dos repeticiones de estos elementos alternantes presentan variaciones melódicas y tímbricas conduciéndonos a una cadencia final en re menor.

El segundo movimiento, molto moderato, de carácter expresivo utiliza una melodía dodecafónica que se desarrolla mediante variaciones libres con múltiples estilos de interpretación y efectos armónicos de acompañamiento. Sus solapamientos cromáticos convergen en un expresivo crescendo hacia una cadenza de violín solo, antes del regreso de la melodía inicial con notas auxiliares y una amplia conclusión en fa mayor.

El tercer movimiento, scherzo, consiste en un breve movimiento basado en un motivo rítmico cromático. El tema adquiere el sabor de una danza folclórica al estilo de una siciliana. El trío está formado por un interludio central en moderato que conduce hacia la introspección, antes del retorno del scherzo inicial, terminando con una coda en la mayor.

El cuarto movimiento, allegro, continúa el espíritu folclórico mediante un tema modal presentado por violas y violoncelos, que se desarrolla en varios episodios, evolucionando hacia el cromatismo antes de recuperar el carácter modal a través de sutiles transformaciones y modulaciones, siempre conservando la base rítmica del tema. La sinfonía termina en un luminoso re mayor.

Desde 1952 a 1957 tuvo el cargo de director de programas de Radio Luxembourg y desde 1957 director de la Schola Cantorum. En 1958 adoptó la nacionalidad francesa y más tarde fue nombrado director de la École normale de musique de Le Mans, cargo que ocupó entre 1969 y 1981.

La “Sinfonía Nº 4" terminada de orquestar cerca de Génova durante el verano de 1961 mantiene la forma tradicional de cuatro movimientos. En esta ocasión Wissmer utiliza una gran orquesta por primera vez, mientras la duración de la obra permanece en proporciones promedio, sin durar más de media hora. Ambicioso, confirma una brillante escritura para la orquesta, tanto en la instrumentación como en la orquestación, utilizando nuevos colores y efectos, esta vez volcados más claramente hacia los compositores de Oriente.

El primer movimiento, allegro, de carácter cromático utiliza ritmos variados mediante frases irregulares de inspiración stravinskiana, subrayando la importancia de las figuras fuera de ritmo y síncopa. El tema fundamental es una serie libre cromática que luego varía y se desarrolla, dando lugar a través de una sección fugal central a un espléndido acorde final.

El segundo movimiento, adagio, de forma tripartita también está construido sobre una alternancia irregular de tempos. El tema principal de carácter expresivo consiste principalmente en una serie de doce notas. Primero truncada a diez notas, luego a once y finalmente interpretada en su totalidad, se distribuye en combinaciones entre flauta y clarinete, luego oboe con violines y violas, estando punteado por acordes lúgubres, similares a las sonoridades del Castillo de Barba Azul de Bela Bartók, que nos conducen a la recapitulación de la serie después de su desarrollo contrapuntístico.

Continúa con un allegretto central contrastante, por su naturaleza danzante sobre un ostinato de cuartetos que recorren todas las secciones. Finalmente regresan variantes de la serie inicial del adagio, particularmente en el violín solo, antes de su repetición, como un lamento, por el violonchelo solo, la flauta y la celesta en un desmoronamiento del discurso, que se abre a la belleza sombría del acorde final en re.

El tercer movimiento. allegro, nuevamente de carácter irregular ofrece una ingeniosa sucesión de episodios orquestales. En forma de un scherzo en allegro emplea la orquesta en preguntas, respuestas y yuxtaposición de timbres, seguido de una parte central en forma de valse y el retorno del allegro scherzando.

El cuarto movimiento, allegro deciso, emplea todo el vigor de los tutti al servicio de una larga marcha en la que circulan motivos de temas folclóricos, patrones rítmicos en ostinato ofreciendo un eco a las sinfonías de Prokofiev o Shostakovich.

El "Concierto-Valcrosiano" evoca Valcros, una aldea en el sur de Francia donde Pierre Wissmer pasaba las vacaciones. Está pensado como un concerto grosso para mostrar la calidad de los solistas y las secciones de una gran orquesta sinfónica, acentuando el virtuosismo y tocando con combinaciones de timbres. Terminado el 14 de julio de 1966, fue estrenado en París el 7 de abril de 1967 por la Orchestre Philharmonique dirigida por Louis Frémaux, durante un concierto público de la Radio Francesa.

Esta partitura, a su vez enigmática, extravagante y coreográfica, da testimonio de la atracción de Wissmer por las formas académicas y de un cromatismo ocasionalmente dodecafónico, que sin sucumbir a la tentación serial, posee resoluciones tonales.

Wissmer en 1967 fue galardonado con el Grand Prix musical de la ciudad de París.

La “Sinfonía Nº 5" compuesta en 1969 emplea una orquesta parecida a su anterior sinfonía, a la que añade la sonoridad de las campanas. Escrita en estilo post-serialista  pero, sobre todo, revela las premisas de un pensamiento programático de la música, que es audible en el segundo y tercer movimiento. Tras el rigor formal y conceptual de sus inicios, aquí aparece de repente el deseo de revivir la narrativa musical de compositores de poemas sinfónicos y música descriptiva, pero siempre en la emblemática libertad poliestilística del compositor.

El primer movimiento, allegro, posee compases irregulares en su manejo de masas orquestales en estilo monorrítmico, unidas entre sí por réplicas contrapuntísticas de secciones o solos de oboe, timbales, trompeta y flauta. La coloración tonal fugaz puntúa un sistema que utilizando las doce notas, sin embargo genera temas cantábiles terminando con una determinante coda.

El segundo movimiento, andante malinconico, contrastando con el anterior empieza con una melodía cromática contrapuntística de los oboes, clarinetes y violas, que nos conduce a través de un tutti a una majestuosa llamada de los metales, antes de volver al espíritu melismático inicial, mediante dos violoncelos, el corno inglés y el fagot, antes del solo final de violoncelo adornado por misteriosas combinaciones de flautas, cuerdas divididas y celesta.

El tercer movimiento, allegro burlesco, presenta la serie fundamental mediante el oboe solista, en un breve andante, inmediatamente interpretada en modo retrógrado por el clarinete. Luego el tema serial sufre una serie de variaciones y distorsiones en un ritmo ternario de baile burlesco. En forma de scherzo presenta un trío central en moderato con un ambiente más trágico antes del regreso de allegro burlesco con empleo de la percusión.

El cuarto movimiento, moderato, posee diez cambios de tempo formando un rondo centrado en el tema fugal cromático recurrente del allegro con moto. Presenta solos de xilófono , timbal y de instrumentos de viento, que contrastan con las secciones de tutti. Termina con una apoteosis lírica en do mayor.

La “Sinfonía Nº 6" compuesta entre 1975 y 1977 otorga diversos títulos a sus movimientos. No sabemos su origen ni su motivación, pero parece que el compositor está tomando un nuevo camino expresivo, volcado hacia la expresión casi descriptiva. Mantiene la gran orquesta cuyos timbres le gusta superponer. Una sensación tonal sale a la superficie, a pesar de que su contexto a menudo sigue siendo cromático o politonal.

El primer movimiento, Preface et sonate, parece expresar un sentimiento religioso. Un obsesivo e inquietante pedal en los trombones y cuerda anuncia de modo politonal un coral maestoso expresado por las maderas y continuado por los metales, concluyendo con un redoble de timbales. Después de este prefacio de referencia religiosa continúa con un movimiento de sonata basado en dos temas de esencia cromática desarrollados en figuras canónicas o fugales, antes del regreso del pedal inicial y una dramática sección que nos conduce al acorde final del tutti.

El segundo movimiento, nocturne, expresa un sentimiento contemplativo mediante un nocturno molto moderato interpretado por las cuerdas. Establece una atmósfera algo impresionista que nos conduce a un vibrante tutti roto por un silencio al que se incorporan fragmentos del tema inicial, que nos conducen a una coda dramática.

El tercer movimiento, meditation, puede considerarse como tripartito abarcando los tres últimos movimientos de la sinfonía. Se inicia mediante una breve meditación expresiva basada en una serie expuesta en su totalidad por la flauta y el oboe

El cuarto movimiento, dedicace, allegro giusto ma energico, en ritmo binario de carácter enérgico, corresponde a la segunda parte del movimiento. Intenta alejarse del cromatismo, acogiendo temas y fanfarrias populares.

El quinto movimiento, epilogue, molto moderato e espressivo, cierra el movimiento tripartito mediante una especie de recapitulación de los anteriores movimientos con sus diferentes atmósferas, antes de terminar en un acorde.

La “Sinfonía Nº 7" compuesta entre 1983 y 1984 fue terminada en Valcros el 23 de mayo de 1984 y dedicada a la memoria de Arthur Honegger. De inspiración italiana según los títulos de los movimientos, retoma un diseño en cuatro movimientos muy distintos pero en la sucesión clásica que Wissmer utilizó en las Sinfonías Tercera, Cuarta y Quinta.

De hecho, la unidad de la obra se debe a su atmósfera misteriosa y a su orquestación aérea, a la que tiende cada una de las partes, a pesar de los accesos bastante característicos. Aquí, Wissmer se esfuerza por un efecto casi mendelssohniano, tratando a la orquesta en trazos pictóricos favoreciendo los solos y las sutiles combinaciones de timbres, desdeñando el poder de los tutti.

El primer movimiento, lamento, puede ser un homenaje a su maestro y amigo Daniel-Lesur, que era particularmente aficionado a esta forma. Un largo que establece un tempo muy lento y en el que, después de algunos contrastes dinámicos apasionados, las cuerdas cantan largos y extáticos lamentos, mientras el arpa y las campanas escanean el espacio sonoro con acordes sin timbre.

El segundo movimiento, il Cavaliere, allegro marziale, se basa en un tema vivo cromático decafónico presentado por los violines y luego sufriendo diversas variaciones. Un solo de timbales introduce un episodio central caracterizado por el uso de los metales, el piccolo y el tambor mediante fanfarrias como toques de color, antes del regreso de las cuerdas y un final que se extingue en el silencio.

El tercer movimiento, notturno, continúa el misterio de los anteriores movimientos. Una sección en moderato que después de dos acordes iniciales, una serie de doce notas es introducida por los violoncelos, que luego es desarrollada mediante melismas líricos de la cuerda y las maderas. Un redoble del tutti anuncia un breve solo de piano, como el canto de un pájaro nocturno, antes de que los lúgubres racimos de notas de inspiración bartókiana nos conduzcan a un retorno de las cuerdas.

El cuarto movimiento, scherzo, tempo giusto, presenta sobre un marco puntillista bocetos de temas danzantes. Un vals lánguido interpretado por la cuerda al estilo de Ravel, una danza folclórica interpretada por el corno inglés y más adelante, correspondiendo al trío, un elegante recitativo de los violines o una sección en contrapunto entre flauta y clarinete. Después de reanudarse el scherzo el discurso se desmorona y se disuelve como la luz menguando en un paisaje al atardecer.

La “Sinfonía Nº 8" compuesta entre 1985 y 1986 escrita en un prólogo y tres movimientos emplea maderas duplicadas, revelando la importancia de los metales en el diálogo con las cuerdas y la percusión. Aquí, después de haberlo sugerido anteriormente, Wissmer se hace la pregunta de si la inspiración cromática o dodecafónica serial está agotada, si puede ser algo más allá que un simple estímulo a la imaginación. Después del empleo de series dodecafónicas, regresa a un método de composición perdidos sus complejos frente a la vanguardia, abierto a la posmordenidad, lo que se aprecia en la dulzura de las armonías finales.

El primer movimiento, Prologo, adagio mesto, es un breve movimiento en forma de arco. Empieza con una llamada de la flauta, seguido por un tema inconexo espuesto por la cuerda de modo cromático. Le sigue su comentario dramático antes del regreso del tema de las cuerdas y el motivo inicial, esta vez tocado por el oboe.

El segundo movimiento, allegro deciso, escrito en el estilo del último movimiento de su anterior sinfonía, tejiendo bocetos melódicos atonales, a veces dinámicos, a veces expresivos, sacando a relucir las cuerdas, metales y percusión. Después de un solo de timbales dando lugar a una breve parodia de una fanfarria barroca, regresa el tema lírico de la cuerda antes de la conclusión.

El tercer movimiento, notturno, moderato assai, establece una vibrante atmósfera melancólica mediante cruzamientos de cuerdas y maderas, empleando su estilo atonal, iluminado como toque final por un acorde de do mayor.

El cuarto movimiento, tempo giusto, empieza usando su característico estilo cromático. La repentina aparición de un tema lírico en re mayor interpretado por la cuerda establece una sensación de descanso. Esta tonalidad se prolonga en una larga variación. Las flautas intentan introducir nuevamente el cromatismo sin éxito. El desarrollo del tema engendra otras melodías que conducen suavemente el discurso musical hacia el final.

La “Sinfonía Nº 9" compuesta entre 1988 y 1989 emplea una orquesta igual que la anterior y también está escrita en tres movimientos. Retorna a los método de inspiración cromática y se caracteriza por la fragmentación de la orquesta, manejada a golpes, sobre todo, por la presencia obsesiva e inquietante del silencio. Esto proporciona un escenario para las resonancias de los timbres dando al marco musical un carácter simultáneamente meditativo, angustiado y de suspense, como si predijera un sentimiento de final de ciclo.

El primer movimiento, Preludio e allegro, despliega la totalidad de la orquesta alrededor de una figura rítmica recurrente, enfatizando las resonancias y dando al conjunto un carácter muy vertical, incluso marcial. Breves e ingeniosas células melódicas se responden entre sí en imitación, tocando las combinaciones y oposiciones de timbres alrededor de fragmentos melódicos cromáticos, reservando un lugar importante para la percusión. El acorde final de la mayor ilumina el conjunto.

El segundo movimiento, affettuoso con anima, empieza con cambios de ritmo. Los timbres todavía se tratan en secciones y alianzas, yuxtaposiciones puntillistas o contrapuntos, sin dejar espacio para los tutti y disueltos en un acorde final.

El tercer movimiento, finale. allegro, se inicia con una fanfarria de las trompetas. Una melodía dodecafónica es enunciada por los violines y después de unas variaciones, una fanfarria de la segunda trompeta interpreta un tema folclórico más o menos inspirado en la canción vulgar Trois orfèvres à la Saint Eloi, en forma de variaciones en el espíritu del primer movimiento.

En las décadas de 1960 y 1970, Wissmer viajó extensamente para enseñar o dirigir antes de ser nombrado director de la Escuela Nacional de Música, Danza y Arte Dramático de Le Mans en 1969, y profesor de composición y orquestación en el Conservatorio de Ginebra en 1973.

Diez años más tarde, la ciudad de Ginebra coronaría su carrera y contribución musical a Suiza otorgándole el Gran Premio de Música de la Ciudad de Ginebra. Sin embargo, fue en Francia, en Valcros, en el departamento del Var, donde su vida llegaría a su fin, el 4 de noviembre de 1992, poco después de la de su esposa Laure-Anne Étienne, que nunca había dejado de mantener su actividad. Fue ella quien había comentado su trabajo con más pertinencia:

¿La música de Pierre Wissmer es clásica, romántica o moderna? Ninguno de estos tres aspectos excluye ineluctablemente a los otros dos. Aunque su música no era de ninguna manera retrógrada, sería, sin embargo, peligroso querer encerrarla en una u otra de las escuelas que han ilustrado nuestro siglo. Hay acuerdo general en reconocer su gran virtuosismo de la escritura, tanto a nivel polifónico como orquestal. Pero tal vez sería aún más aconsejable señalar la sutil adecuación del lenguaje a su pensamiento altamente personal, robusto y tierno, en el que la euforia de vivir se topa con preguntas incómodas.