LA SINFONIA EN EL SIGLO XIX

3 – La Sinfonía en el siglo XIX

 El hijo de Gustavo III, el rey Gustavo Adolfo IV de Suecia, no era amante de la ópera, posiblemente por recordarle la muerte de su padre, logrando su cierre hasta que en 1809 es hecho prisionero por los militares conspiradores, debido a su ineptitud en sus relaciones exteriores.

Durante las guerras napoleónicas Suecia se pone al lado de los británicos, dando la excusa a Rusia para invadir Finlandia. La pérdida de estos extensos territorios precipita la deposición del rey. Gustavo IV abdica el 29 de marzo de 1809, siendo junto con su familia expulsado de la nación. El parlamento sueco dominado por los militares proclama como rey al tío de Gustavo IV, que había actuado a la muerte de su padre como regente, con el título de Carlos XIII. Un rey entonces ya decrépito que solo actuaba de nombre como tal. Además no tenía herederos. Entonces se produce un hecho insólito, la sucesión al trono es ofrecida a un oficial de Napoleón, Jean-Baptiste Bernadotte. Es curioso observar como nace una dinastía real, por ello le dedicamos unos párrafos.

Bernadotte había nacido en la ciudad francesa de Pau en 1763. Siguió una brillante carrera militar a las órdenes de Napoleón, siendo nombrado Mariscal de Francia y Príncipe de Ponte Corvo por sus servicios en la batalla de Austerlitz en 1805. Sus relaciones con Napoleón fueron bastante turbulentas, no aceptando algunas de sus órdenes. En 1810 es declarado inexplicablemente heredero del trono de Suecia. Se lo comunica a Napoleón que encuentra absurdo este ofrecimiento. Pero el militar acepta, abandonando Francia.

Gran parte de los oficiales del ejército sueco deseaban a un brillante militar como rey, especialmente para defenderse de Rusia. Bernadotte era popular en Suecia debido a su benevolencia con los prisioneros suecos, durante su guerra contra Dinamarca. Recordemos que Dinamarca luchaba como aliada de Napoleón. El resultado fue que el 21 de agosto de 1810 Bernadotte es elegido como Príncipe heredero de la corona sueca con el nombre de Carlos Juan y Generalísimo de su ejército. Pronto todo el poder pasa a sus manos, quedando el rey Carlos XIII como mera comparsa.

Bernadotte consigue una alianza de Suecia con Gran Bretaña y Prusia, los enemigos de su antiguo jefe Napoleón. Tiene una brillante participación en la batalla de Leipzig en 1813. Por el tratado de Kiel, Dinamarca aliada con Napoleón, debe entregar Noruega al rey de Suecia en 1814. A la muerte de Carlos XIII, Bernadotte es coronado en 1818 con el nombre de Carlos XIV, rey de Suecia y de Noruega. Así empieza la Dinastía sueca de la Casa de Bernadotte.

El militar católico se convierte al Luteranismo, la religión oficial de la corte, pero nunca aprendió el sueco ni el noruego. Tenía la ventaja de que en aquella época el francés era un lenguaje conocido ampliamente por la aristocracia. Es curioso comprobar como un militar francés se convierte en rey sueco, el inicio de la llamada sangre azul. Un hombre que participó en la Revolución Francesa con los jacobinos, enemigos de la realeza. Cuenta la leyenda que a su muerte se encontró una inscripción tatuada en su cuerpo que decía Mort aux rois!

Carlos XIV muere en 1844 siendo sucedido por su hijo Oscar I de Suecia y Noruega. Esta última nación no se independiza hasta 1905. Después de estas notas históricas regresamos al mundo musical, tema principal de esta obra.

En 1790 la Stockholm Hovkapellet, la orquesta de la corte, tiene además de la cuerda, una completa sección de viento, contando con dos flautas, dos oboes, dos clarinetes, dos fagots, cuatro trompas, dos trompetas, tres trombones y timbales. Con un total de más de 50 instrumentistas, estaba preparada para la interpretación de los clásicos vieneses y los primeros románticos. Pero hasta el año 1805 no se interpretó ninguna sinfonía de Beethoven en Estocolmo. La tercera se presentó en 1816. Los compositores suecos componían obras de pequeña extensión como canciones y obras para piano, una música que se pudiera interpretar en las casas de la clase media.

EGGERTJoachim Nikolas Eggert nació en 1779 en Gingst, situado en la isla de Rügen, al norte de la Pomerania Occidental, territorio alemán actualmente dentro del estado de Mecklenburg-Vorpommern, pero que en aquella época hasta el año 1815 pertenecía a Suecia. Eggert es autor de cuatro sinfonías, obras notables olvidadas después de su muerte. Fue director de la Academia Real de la Música Sueca y entre los años 1808 y 1812 director de la Orquesta de la Corte Real Sueca, estrenando en su país las primeras sinfonías de Beethoven. En sus propias sinfonías introdujo el uso de los trombones, antes de que lo hiciera Beethoven. Su tercera sinfonía, compuesta en el mes de abril de 1807, utiliza tres trombones, 18 meses antes de que Beethoven los utilizara en su quinta sinfonía. Murió prematuramente de tuberculosis en 1813.

En el género sinfónico el primer compositor destacado fue Berwald, a pesar de nunca lograr un éxito rotundo en su propia patria y no ser reconocido hasta muchos años después de su muerte. Lindblad compuso dos sinfonías y su alumno Ludwig Norman se convirtió en un gran defensor de la música de Berwald. Finalmente Per August Ölander (1824-1886) es otro compositor del periodo romántico sueco que compuso una sola sinfonía.