ESTADOS UNIDOS

INDICE

Biografía

Sinfonía Nº 1

Sinfonía Nº 2

Sinfonía Nº 3


Leonard Bernstein (1918-1990)
nació en Lawrence, Massachusetts el 25 de agosto de 1918. Su familia era judía polaca procedente de Rivne, actualmente en Ucrania. Su padre era un hombre de negocios. A pesar de que su padre no quería que se dedicase a la música, el niño pronto mostró sus aptitudes empezando a estudiar piano. Realizó sus estudios generales en la Garrison School y en la Boston Latin School, donde se graduó en 1934.

Estudió música en la Harvard University, teniendo como uno de sus maestros a Walter Piston. Terminados sus estudios en 1939, entró en el Curtis Institute of Music de Philadelphia, con Randall Thompson, destacando claramente en la clase de dirección de orquesta, teniendo como profesor a Fritz Reiner. También estudió piano con Isabella Vengerova.

En el año 1943 fue contratado por Artur Rodzinski como director asistente de la Orquesta Filarmónica de New York. El 14 de noviembre de dicho año debuta como director, en un concierto retransmitido a escala nacional, al reemplazar a Bruno Walter que estaba enfermo.


La “Sinfonía Nº 1”  (Jeremiah) fue empezada en 1939, después de su traslado a New York, terminados sus estudios en Harvard. La convocatoria en el año 1942 de un concurso del New England Conservatory of Music, empujó al joven compositor a terminar su obra. La presencia del legendario director Sergey Koussevitzky como miembro del jurado le dio esperanzas de ganar. En diez días acabó la partitura para piano, orquestándola en solo tres días, que pasó casi sin dormir, ayudado por su hermano y otros amigos que realizaban las copias. Al ver que la partitura no podía llegar por correo antes del 31 de diciembre, fecha límite del concurso, tomó el tren hacia Boston entregándola personalmente. La dedicó a su padre Samuel Bernstein, que impulsó su fe en su hijo.

BERNSTEIN S 1La obra no consiguió el premio, pero su debut como director en el Carneglie Hall de New York le ayudaría para su estreno. Con solo 27 años había dirigido la más prestigiosa orquesta americana. Era además la primera vez que un músico nacido en América dirigía la Philharmonica. Invitado por el director de la Pittsburgh Symphony, Fritz Reiner, la sinfonía se estrena el 28 de enero de 1944, conducida por Bernstein. La obra gana el Premio del New York Music Critics Circle de 1944, siendo interpretada por las más famosas orquestas.

El primer movimiento, Prophecy, muestra el aspecto de solemne contemplación que marcará toda la obra. Un primer tema derivado de dos cadencias litúrgicas hebreas abre la obra. Estos motivos formarán la base del movimiento. El segundo tema emplea una serie dodecafónica para indicar un presagio de desgracia. El desarrollo temático nos conduce a un dramático climax. Una tranquila coda cierra el movimiento. Representa la intercesión del profeta para su pueblo caído en la desgracia.

El segundo movimiento, Profanation, corresponde al scherzo. El tema principal procede de otro motivo empleado en la liturgia hebrea. Un canto empleado el día del sabbat. Caracterizado por sus ritmos de carácter oriental. En la parte que corresponde al trío encontramos una forma melódica que será característica de su autor, un tipo de melodía ampliamente usada en sus obras más conocidas. Finalmente se recupera la forma rítmica inicial

El último movimiento, Lamentation, corresponde a la interpretación musical de un texto poético. En esta parte utiliza una mezzo-soprano solista. El texto cantado corresponde a una parte de la Biblia, las Lamentaciones de Jeremías, en una versión escrita en hebreo. Los versos utilizados expresan el grito doloroso de Jeremías al ver a su amada Jerusalén en ruinas, saqueada y deshonrada a pesar de sus desesperados esfuerzos por salvarla. La mezzo-soprano canta los tres primeros párrafos. La música se vuelve más dramática, antes de que la mezzo-soprano reanude su canto, con su descripción de la ciudad destruida. Una frase lírico dramática es repetida varias veces por la orquesta como leitmotiv, durante un intermedio orquestal, que concluye con la entrada dramática de la soprano, lamentándose del abandono de su Dios. Una larga secuencia orquestal, empleando los motivos temáticos anteriores, cierra la obra inmersa en el dolor.

Según el compositor la sinfonía muestra su crisis en la fe, un problema que arrastrará durante toda su vida. Jeremías es un profeta bíblico que vivió en Jerusalén unos seis siglos antes de Cristo. La destrucción de Jerusalén representa la pérdida de su propia fe.

El lenguaje empleado es eminentemente tonal, un sistema en el que creía el compositor como lo demuestran sus propias palabras, en el fragmento traducido a continuación. Unas palabras que reflejan también el pensamiento de quien escribe estas líneas.

Si se busca encontrar una oposición entre el optimismo y el pesimismo en mi música, la equivalencia musical más próxima es, desde este punto de vista, la oposición entre la tonalidad y la atonalidad. Creo muy profundamente en la tonalidad, estando convencido que siempre se puede escribir nuevos sonidos, melodías y armonías verdaderamente originales basándose en la tonalidad. Esto no significa que no crea en la música atonal. Todo tipo de música que constituya un modo auténtico de expresión humana es válida para mí. Además, no creo haber escrito jamás una composición importante que no haga uso, de un modo u otro, del dodecafonismo. En la mayoría de casos, recurro a sonidos seriales, tratándolos teniendo en el pensamiento algo como diría, como una intención pesimista o perturbadora.

En el año 1943 Berstein compone un ciclo de canciones titulado “I Hate Music!”, una de sus primeras colecciones liederísticas. El Ballet Theatre a principios de 1944 le encarga la partitura de un ballet. El resultado será “Fancy Free”, una obra que define el carácter popular de la música de Bernstein, usando los acentos de la música de jazz. La obra constituyó uno de los grandes éxitos de Bernstein.

Durante el verano de 1944 escribe su primera comedia musical, un género típicamente americano, motivado por el éxito conseguido por su anterior ballet. Se trata de “On the Town”, una obra con el argumento modificado del ballet, utilizando una música nueva. La técnica empleada es un estilo de fusión entre la música sinfónica y el jazz. El nuevo estilo había nacido. Ambas obras constituyen una declaración de amor a la ciudad de New York, incluyendo la última su mundialmente conocido tema.

“Facsimile” compuesto en 1946 es el segundo ballet para Jerome Robins, encargado por el Ballet Theatre.


La “Sinfonía Nº 2”  (The Age of Anxiety) fue parcialmente compuesta en Israel durante la guerra por su independencia, entre 1947 y 1949. Se estrenó el 8 de abril de 1949 interpretada por la Boston Symphony Orchestra  dirigida por Serge Koussevitzky a quién está dedicada. Bernstein interpretó al piano la parte concertante.  En 1965 realizó una revisión de su parte final que se estrenó el 15 de julio de 1965 interpretada por la New York Philharmonic dirigida por el compositor,  con Philippe Entremont como solista de piano. También Jerome Robbins realizó un ballet en 1950 basado en la sinfonía.

La obra está orquestada para dos flautas, piccolo, dos oboes, corno inglés, dos clarinetes, clarinete bajo, dos fagots, contrafagot, cuatro trompas, tres trompetas, tres trombones, tuba, timbales, glockenspiel, celesta, arpa, pianino, que consiste en un pequeño piano vertical, percusión y cuerda. Además utiliza un piano como solista.

Durante el verano de 1947 Bernstein lee el poema de Wystan Auden (1907-1973), “The Age of Anxiety: A Baroque Eclogue” editado aquel mismo año. El poema ganó el Premio Pulitzer de poesía en 1948. Auden fue un poeta británico nacionalizado americano, con obras tratando los problemas del hombre en el mundo industrializado.

La obra impresionó a Bernstein de tal manera que compuso la sinfonía durante los momentos que le permitía su agitada vida de director de orquesta, en Philadelphia, Richmond, en Tel-Aviv, durante sus viajes, terminándola en Boston, una semana antes de su estreno. El poema está escrito en seis secciones, que Bernstein unifica en dos partes divididas cada una en tres secciones interpretadas sin interrupción.

La primera parte está formada por sus tres correspondientes secciones. La primera, lento moderato, lleva como título The Prologue. Consiste en una improvisación confiada a dos clarinetes en forma de eco. Finalmente una escala descendente de la flauta nos conduce a la siguiente sección.

BERNSTEIN S 2La escena descrita transcurre en un bar de la Tercera Avenida de New York. Tres hombres y una joven carcomidos por la soledad se entregan a la bebida, intentando liberarse de sus problemas. El motivo descendente de la flauta hace función de transición con el reino del inconciente.

La segunda sección, The Seven Ages, comprende las variaciones 1 a 7. Estas variaciones no proceden de un tema común. Cada una de ellas se forma reteniendo una parte de la anterior. La primera variación consiste en un tranquilo solo de piano. En la segunda el piano intercambia frases con la orquesta. La tercera es un tema lírico interpretado por la cuerda. La cuarta consiste en un animado scherzo, con intervención del piano. La quinta variación nos presenta un agitado pasaje al estilo de Prokofiev. La sexta es interpretada por el piano en un modo pensativo. La séptima está confiada al viento en una atmósfera triste. Una escala de notas descendentes del piano nos conecta con la siguiente sección.

La bebida une a los personajes, empezando un coloquio sobre la condición humana. El diálogo entre las cuatro persones se traduce en una serie de variaciones reflejando sus distintos caracteres.

La tercera sección comprende las variaciones 8 a 14. La octava variación consiste en una passacaglia, interpretada rígidamente por el piano y la orquesta. La novena es un vals que introduce nuevamente al piano en un episodio sincopado. La décima consiste en un incisivo fugato iniciado por el piano. La undécima es un moto perpetuo irónico, con la intervención también del piano. La duodécima es muy corta, estando confiada al piano. La treceava toma el tema de la passacaglia transformada en una coral orquestal. En la catorceava reaparece el piano cerrando la primera parte bruscamente.

Cada uno de los personajes realiza una especie de viaje espiritual. La unión entre nuestros personajes se hace mayor convirtiéndose finalmente en un solo organismo en busca de algo en que basar su vida. La conclusión parece brillante, pero en el fondo es ambigua, pues no han encontrado nada en que basar sus existencias.

La segunda parte empieza con su primera sección, largo, que lleva el título The Dirge. Consiste en un canto fúnebre, comenzando con una serie dodecafónica interpretada por el piano. Esto genera el primer tema interpretado por la orquesta. En la parte central de la sección, el piano inicia un tema al estilo romántico. La última parte es más agresiva, convirtiéndose en más apasionada, que sin transición nos lleva a la siguiente sección.

Al cerrar el bar, la joven invita a los hombres a tomar una última copa en su casa. La escena transcurre en el taxi que los lleva al apartamento de la joven. Lamentan mediante un triste canto la pérdida de Dad, el personaje del padre perdido, a quién podrían haberse dirigido. Se encuentran totalmente solos.

La segunda sección, extremely fast, lleva el título The Masque. Escrita en forma de un scherzo interpretado por el piano y percusión formada por arpa, celesta, glockenspiel y xilófono. Escrita en una extraña forma de piano-jazz. El piano es interrumpido por la orquesta durante unos pocos compases en ritmo de jazz. Cuando la orquesta se detiene el pianino continúa la danza de modo insistente.

El grupo se encuentra en el apartamento de la joven celebrando una fiesta insensata. Beben, bailan y se divierten en una situación de optimismo. Pero se trata de un falso optimismo. Cuando la intervención de las trompetas interrumpe al pianista, otro piano continúa tocando, pero no es el del protagonista. Esto muestra el dramatismo de una situación irreal. Cuando termina los personajes se dispersan, quedando tan solos como en el principio.

La tercera sección, l’istesso tempo, adagio, andante, con moto, lleva el título The Epilogue. Un solo de la trompeta, como una afirmación de algo puro, una afirmación de fe, se impone sobre los últimos sonidos del pianino. El piano inicia una cadencia tomando temas anteriores. La orquesta llega a su climax con un tema triunfal con la intervención del piano.

Cada uno de los personajes se reconcilia consigo mismo. Han recorrido todos los caminos para recuperar la fe, fracasando en cada intento. El solo de trompeta nos da la respuesta. La fe se encuentra en todas las cosas. Como una idea surgida del budismo, Dios se encuentra en la más insignificante de las cosas, pues Dios está en todo.

Es la segunda sinfonía de Bernstein escrita en busca de la fe perdida. El pianista representa al propio compositor, en su lucha en busca de la fe. Antes de la revisión de la obra el piano solista no aparecía en la última sección. Pero luego lo mantuvo en los últimos compases como una perspectiva autobiográfica.

En 1950 compone la música de escena para “Peter Pan”, su segunda comedia musical para Broadway, pero que solo utilizó algunas de sus canciones. En el año 2005 se realizó una restauración de la obra siendo grabada en disco.

Durante su vida Bernstein llevó una agitada vida social, teniendo relaciones tanto con hombres como con mujeres. Después de un turbulento noviazgo se casa con la actriz chilena Felicia Montealegre el 9 de septiembre de 1951. Un hecho que según su consejero Dimitri Mitropoulos le haría ganar puntos para conseguir el cargo de director de la Boston Symphony Orchestra, una institución muy conservadora en cuestiones de moral, como generalmente la América de aquel tiempo.

WONDERFUL TOWNSu segunda comedia musical, sin tener en cuenta la anterior, es “Wonderful Town” compuesta en 1953. Se estrenó con Rosalind Russell en el papel principal. “Prelude, Fugue and Riffs” compuesta en 1949 para Woody Herman fue presentada por Benny Goodman en 1955 durante un programa televisivo. Orquestada para clarinete y conjunto de jazz, es un nuevo ejemplo del empleo del jazz en la música clásica, influenciada por el neoclasicismo de Stravinsky. Una obra más importante es “Serenade”  compuesta en 1954 para violín y orquesta, estrenada en Venecia con Isaac Stern como solista.

Su colaboración musical en el film de Elia Kazan “On the Waterfront” en 1954, conocido en España con el título de “La ley del silencio” fue convertida en una suite sinfónica. El siguiente año tiene gran trascendencia en el trabajo de Bernstein dedicado al teatro musical, con la composición de sus dos obras más importantes, “Candide” y “West Side Story”.

“Candide” basada en la obra de Voltaire se estrena en Boston el 29 de octubre de 1956. “West Side Story” le sigue el 19 de agosto de 1957, convirtiéndose pronto en su obra más conocida. En 1961 Natalie Wood fue la protagonista de la versión cinematográfica que ganó diez Oscar, aumentando la fama de la obra.

Bernstein es nombrado director musical de la New York Philharmonic en 1957, empezando a ejercer el cargo al siguiente año, permaneciendo hasta 1969, pero continuando su colaboración y sus grabaciones discográficas hasta el final de su vida.


La “Sinfonía Nº 3”  (Kaddish) fue terminada en 1963 poco después del asesinato del Presidente John Fitzgerald Kennedy ocurrido el 22 de noviembre de dicho año, mientras la estaba orquestando. La obra había sido encargada conjuntamente por la Koussevitzky Music Foundation y la Boston Symphony Orchestra. Pero se estrenó el 10 de diciembre de 1963 en Tel Aviv a la memoria del Presidente Kennedy, a quién dedicó la obra. La interpretó la Orquesta Filarmónica de Israel, con la mezzo-soprano Jennie Tourel, coros y la actriz Hanna Rovina en el papel de recitador, todos dirigidos por su compositor.

El estreno en los Estados Unidos lo realizó la Boston Symphony el 10 de enero de 1964, con Jennie Tourel, el New England Conservatory Chorus y Felicia Montealegre, la mujer de Bernstein como recitador, dirigidos por Charles Munch. Durante los catorce años siguientes a su estreno Bernstein modificó repetidas veces la obra hasta su versión final estrenada el 25 de agosto de 1977 en Mainz,  interpretada por la Orquesta Filarmónica de Israel, con la soprano Montserrat Caballé, el Wiener Jeunesse-Chor,  los Wiener Sängerknaben y Michael Wager como recitador, dirigidos por Leonard Bernstein, en ocasión de los 500 años de la Universidad de Mainz.

La obra está orquestada para un gran conjunto, con una extensa sección de percusión, recitador, soprano y coros. Dividida en siete secciones unidas en tres movimientos, está basada en dos aspectos del judaísmo. El Kaddish que significa santificación, una plegaria recitada en los servicios religiosos de las sinagogas y en el diálogo entre el hombre y Dios.

KADDISHLos cantos usados en los tres Kaddish están escritos en arameo, la lengua empleada en Israel en el periodo anterior a la destrucción del segundo templo. Los textos de los recitados son obra del propio compositor.

El primer movimiento, comprende dos secciones. La primera, adagio, lleva el título Invocation. El texto es recitado, introduciendo la orquesta los principales motivos de la obra. Los graves acontecimientos que ocurren en el mundo hacen necesario el diálogo con Dios.

La segunda, l’istesso tempo, allegro molto, se titula Kaddish 1. En ella aparece el coro cantando suavemente, transformándose bruscamente en un violento allegro. Es una oración de alabanza y santificación. Ritmos hebraicos aparecen en la música mientras el coro canta con una contenida rabia, como un reproche. Finalmente el narrador pide a Dios que ponga orden en la tierra, que establezca la paz entre los hombres. Vigorosos Amens del coro cierran el movimiento.

El segundo movimiento también comprende dos secciones. La primera, di nuovo adagio, lleva el título Din-Torah, que significa juicio según la ley divina. El recitador lanza una serie de acusaciones contra Dios, recriminándole el abandono de sus siervos. La orquesta con participación de la percusión, entra con nuevos motivos atonales, en el punto más álgido de la discusión. La música se desarrolla mediante cierta influencia del jazz, hasta llegar a una sección grotesca que contiene Amens angustiados del coro, conduciéndonos a una cadencia con un grito de desesperación cantado por partes divididas del coro. Finalmente el narrador pide perdón a Dios, pero reprochándole su conducta.

La segunda, andante con tenerezza, se titula Kaddish 2. El narrador desea consolar a Dios de su enfado, decepcionado por sus criaturas, cantando una canción de cuna. La soprano canta en forma de canción de cuna un texto de alabanza a Dios, entrando luego el coro de niños. La soprano con su canto pide la paz en la tierra. En la parte final el narrador introduce a Dios en un sueño.

El último movimiento se compone de tres secciones, correspondiendo al Kaddish 3. La primera, presto scherzando, sempre pianissimo, es el Scherzo. El narrador presenta una secuencia onírica cambiando los papeles entre Dios y el hombre, que lo fuerza a renovar su fe en el hombre. Una brusca entrada de la orquesta con notas disonantes nos conduce al último párrafo. Termina con las palabras Believe!, Believe!, cree, mientras la orquesta presenta un tema claramente tonal.

La segunda, sempre pianissimo, empieza con el coro infantil comentando sus palabras. El narrador hace una renovación de la fe perdida. El coro infantil empieza el canto del último Kaddish de forma muy dulce. Termina con el comentario del narrador.

La tercera, adagio come nel Din-Torah – Allegro vivo, con gioia, empieza con una fuerte intervención orquestal, despertándose de su estado onírico. Dios y el hombre salen de su sueño enfrentándose a la realidad. La orquesta interpreta un tema meditativo. El narrador establece una nueva relación con Dios. Ha llegado el momento de la reconciliación. Con una introducción orquestal, la soprano y los dos coros empiezan una fuga, alabando a Dios, con alusión a todos los temas de la obra terminando pidiendo la paz para Israel, antes del Amen con que termina la obra.

Las propias palabras de Bernstein nos sirven para la explicación descriptiva de la obra. “Cualquier hijo, en un momento u otro, desafía a su padre, se pelea, lo abandona, solamente para retornar, si tiene suerte, más unido y más seguro que antes. Todos nuestros grandes personajes judíos del pasado, incluyendo Abraham que fundó el judaísmo, a Moisés y los Profetas, todos discutieron con Dios. Discutieron con Dios del mismo modo que cualquiera de vosotros discute con los amigos más íntimos, con los que más amáis, con los que realmente podéis pelearos. Sabéis que cuanto más se ama a alguien, más podéis enfadaros con él y cuando llega la reconciliación, estáis más unidos que nunca. Algo así es lo que ocurre a lo largo de la obra”.

Con esta sinfonía Bernstein termina el tríptico dedicado a la fe. En la primera pierde la fe, en la segunda la busca y finalmente en la tercera la recupera. Podemos observar nuevamente el uso dado por Bernstein a la música dodecafónica, usada para aumentar la tensión y el dramatismo, coexistiendo con el empleo de la tonalidad en la expresión de la resolución del conflicto.

Durante unos días de vacaciones en 1965, Bernstein empieza a experimentar intentando escribir obras dodecafónicas, influido por los cambios experimentados en aquella época. Después de seis meses de trabajo lo destruye todo. No se encuentra bien componiendo una música que no expresa lo que desea. En cambio compone los “Chichester Psalms”. Una obra totalmente tonal de carácter ecuménico conectando las tradiciones litúrgicas cristianas y judaicas.

En el año 1971 escribe la obra escénica “Mass” para la inauguración del Centro John F. Kennedy para las Artes Dramáticas en Washington. Se trata de una pieza teatral para cantantes, instrumentos y bailarines, donde combina sentimientos religiosos con ritos de danza. Una Misa según el rito católico romano, pero pensada como espectáculo escénico, empleando la mezcla de estilos de su autor, uniendo danzas orientales, música popular y música clásica.

Otra obra con influencias hebraicas es el ballet “Dybbuk” compuesto en 1974 para el New York City Ballet, con coreografía de Jerome Robbins. Entre 1972 y 1976 escribe una nueva comedia musical “1600 Pennsylvania Avenue”, la dirección de la Casa Blanca en Washington, una obra sobre sus ocupantes a lo largo de la historia. A partir de ella realiza una obra sinfónico coral para concierto, con el título “A White House Cantata”.

Durante su vida de casado Bernstein había sido muy discreto, escondiendo sus relaciones sexuales extramaritales. Con el paso de los años el movimiento gay americano tomó más fuerza, envalentonando al compositor. En 1976 abandona a su mujer marchando a vivir con su compañero Tom Cothran, director de una radio musical, pero al año siguiente se reconcilia con su esposa, a la que pocos meses después le diagnostican un cáncer de pulmón, muriendo el 16 de junio de 1978.

Para la celebración del bicentenario de la independencia de los Estados Unidos, Bernstein recibe el pedido de una obra significativa, pero no llega a terminarla a tiempo. Se trata de “Songfest”, un ciclo de canciones para seis cantantes con orquesta, estrenado en Washington en 1977.

Entre otras obras conmemorativas destaca el “Divertimento” compuesto en 1980 para el centenario de la Boston Symphony Orchestra,  una obra ligera pero llena de gracia. Al año siguiente compone “Halil”, que significa flauta en hebreo, un nocturno para flauta, orquesta de cuerda y percusión, en recuerdo del joven flautista Yadin Tanenbaum caído durante la guerra árabe-israelí de 1973. En ella emplea un motivo dodecafónico como tema principal, como símbolo del conflicto bélico.

En 1983 se estrena su ópera “A Quiet Place” sin demasiado éxito. Una de sus últimas obras fue el “Concerto for Orchestra” (Jubilee Games), compuesto entre 1986 y 1989, dedicado a la Orquesta Filarmónica de Israel. Una obra que tiene nuevamente sus raíces en el judaísmo.

El 25 de diciembre de 1989 Bernstein dirige la “Sinfonía Nº 9” de Beethoven en la Schauspielhaus del Berlín Oriental para la celebración de la caída del muro de Berlín. Bernstein fue eminentemente un gran director de orquesta, dirigiendo las más importantes orquestas mundiales, pero teniendo una especial preferencia con la Filarmónica de Israel por su origen judío. Uno de sus compositores favoritos era Mahler, pero no descuidó los compositores americanos como Copland, Ives, Schuman o Gershwin, además de tener la ventaja de poder promocionar sus propias obras.

Su último concierto tuvo lugar en Tanglewood el 19 de agosto de 1990 dirigiendo la Boston Symphony. Mientras estaba interpretando la “Sinfonía Nº 7” de Beethoven sufrió un ataque de tos que casi llega a interrumpir el concierto.

Desde medianos de siglo sufría de enfisema, una enfermedad bronquial causada por el tabaco, pues era un fumador habitual. Cinco días después de haberse retirado, el 14 de octubre de 1990 muere en New York de pulmonía, complicada con un tumor pleural.

Entrevista a William C. White

Por Sergio Cánovas Flores

Hoy traigo algo un poco distinto a las anteriores entrevistas. Hasta ahora había entrevistado a compositores españoles, pero ha llegado el momento de abrirnos a nuevos horizontes. Hace unos meses descubrí la sinfonía de un compositor estadounidense llamado William C. White, y me generó curiosidad. Para quienes no lo sepan, dispongo de un canal de youtube en el cual me gusta publicar música clásica, especialmente sinfonías, ya que es mi género favorito. Tras escuchar esta obra en tres movimientos de corte neorromántico, sabía de inmediato que quería compartirla con mi modesta audiencia. Tras contactar con el, juntos trabajamos en la descripción de la obra, en la que hablamos acerca de sus inspiraciones, la forma musical, entre otros varios temas de interés. De esta colaboración me surgió la idea de realizarle una entrevista, a la cual amablemente accedió.

Sinfonía en tres movimientos de William C. White

Página web del compositor (en inglés)

S: ¿Cual es, en su opinión, la actual situación de la música clásica en Estados Unidos?

W: En cierto sentido, la música clásica es increíblemente fuerte en los Estados Unidos en la actualidad. Tenemos algunos de los mejores conservatorios del mundo y debido a esto, Estados Unidos es el hogar de una gran cantidad de músicos excelentemente entrenados. Sin embargo, a muchas de estas personas les resultará difícil ganarse la vida en el mundo de la música clásica después de haber terminado sus estudios. El gobierno de los Estados Unidos proporciona muy pocos fondos para las artes, y a medida avanza el tiempo, la música clásica deja de ser una prioridad para este país. Al mismo tiempo, las organizaciones de financiamiento (tanto públicas como privadas) buscan apoyar formas artísticas de origen exterior a la esfera hegemónica Europea.

En la última década, las grandes instituciones de la música clásica de nuestras principales ciudades han atraído bastante dinero del sector privado y parecen estar a salvo de un cierre total (siendo la Ópera Metropolitana de Nueva York quizás una excepción.) La situación con las orquestas, compañías de ópera y grupos de música de cámara en ciudades más pequeñas es más complicada: algunas de esas comunidades pueden mantener instituciones de música clásica a pesar de que sus poblaciones están en declive, ya que las personas que quedan son mayores y tienen un gusto más conservador. Sin embargo, ese no siempre es el caso.

En términos de interés general por la música clásica entre personas de origen estadounidense, creo que es bastante bajo en general, pero la accesibilidad a internet podría estar cambiando esta situación. En la ciudad de Seattle, lugar donde actualmente vivo, hay una comunidad próspera de músicos aficionados que, en su gran mayoría, trabajan en el sector de la tecnología o la investigación. Muchas de estas personas cursaron sus estudios de música en la universidad, pero han decidido ejercer otras carreras y ahora persiguen la ejecución de la música con gran pasión (¡o como una adicción en algunos casos!).

S: ¿Cual es la relación entre compositores y audiencia?

W: Pienso con mucho cuidado en la audiencia cuando compongo mis obras y trato de escribir música que atraiga a cada audiencia específica. ¿Estoy escribiendo para un público que está acostumbrado a la “nueva música” o a uno que apenas conoce la música clásica tradicional? Mi objetivo como compositor es encontrarme con la audiencia donde quiera que estén, conectarme con ellos y luego llevarlos en un viaje. Dado que la música orquestal atrae a un mayor número de audiencia, trato de utilizar un lenguaje musical particularmente accesible.

Eso no significa que el lenguaje no pueda tener disonancia u otras características desafiantes. Muchas personas hoy en día están bastante familiarizadas con cierto "modernismo ligero" que escuchan en música cinematográfica, particularmente en las películas de suspense y terror. Creo que una vez que una audiencia confía en ti (confía en que estás escribiendo música para ellos, y no música destinada a desconcertarlos o mostrar tu propio intelecto), ellos te seguirán de buena gana en el viaje musical que has creado, y disfrutarán de las sorpresas e impresiones que incluyas en el camino.

S: ¿Qué concibe cuando piensas en una "sinfonía"?

W: Para mí, una sinfonía debería tener un alcance emocional como el de una novela o una película. Admiro particularmente las sinfonías "cíclicas", como la sinfonía de Franck en re menor o la primera de Sibelius, donde sus temas reaparecen a lo largo de sus diferentes movimientos como personajes de una obra de teatro. Una sinfonía debería contar una historia, pero no literal: la música resiste obstinadamente la mayoría de los intentos de representación literal. Más bien la música es el lenguaje de las emociones, y por lo tanto una sinfonía puede (y debería) explorar el drama interno de la experiencia humana.

Por supuesto, cuando concibo una sinfonía, siempre reflexiono sobre la gran tradición que se remonta a la época de Haydn y Mozart. Estoy muy interesado en las maneras en que la forma de la sinfonía ha sido alterada y remodelada a lo largo de sus ya casi trescientos años de historia. Uno puede pensar que ya se ha hecho todo lo que se puede hacer con la sinfonía, pero me sorprende constantemente la cantidad de enfoques diferentes que existen para esta forma musical. Cada sinfonía resuelve el rompecabezas de una manera diferente.

S: ¿Hay un lugar para el género de la sinfonía en el siglo XXI?

W: No veo ninguna razón por la cual la sinfonía no deba continuar en el siglo XXI, pero hay muchas fuerzas trabajando en su contra. En general, parece que las obras nuevas de gran tamaño solo se aceptan si son multimedia o colaborativas: piezas con narración, canto, danza, cine o elementos teatrales. Al menos, ese parece ser el caso en los Estados Unidos. Pero la sinfonía (en su forma sin adornos) tiene mucho que ofrecer al público en el siglo XXI. Ofrece una forma diferente de interactuar con la música y, de hecho, con la expresión artística que cualquier otra forma de arte. Debido a que la orquesta ofrece tanta variedad de colores, un compositor sinfónico puede sorprender y re-enfocar constantemente al oyente, incluso durante un período de tiempo prolongado.

En la actualidad todavía encontramos en nuestro mundo cultural un lugar para la excelente ficción literaria (por ejemplo, las novelas de Elena Ferrante), la cinematografía y las obras de teatro. Creo que hay más personas que también podrían apreciar la música sinfónica a gran escala si tuvieran la oportunidad de estar expuestos a ella. En las últimas décadas estamos acostumbrados a dirigir nuestros esfuerzos a exponer la música clásica a nuevas audiencias, especialmente a los niños y las comunidades aisladas, lo cual es algo bueno, pero también hay una gran cantidad de adultos convencionales que generalmente están interesados en las bellas artes pero carecen de exposición a la música clásica.

S: No solo usted es un compositor, sino también director de orquesta. ¿Le influye la música que dirige en su obra?

W: Si. Me formé como compositor en la universidad, pero he seguido la dirección como mi profesión, y por eso he pasado cientos de horas estudiando las obras orquestales de los grandes compositores; de hecho, se han convertido en mis profesores de composición más importantes.

Cuando dirijo una obra, la analizo en profundidad; tratando de comprender cada parte de su estructura y armonía. Examino sus detalles más pequeños, sus formas más grandes y todo lo demás. Deconstruyo sus melodías y contrapuntos, y busco entender todo lo que el compositor ha puesto en la obra.

Muchos compositores intentan ocultar sus influencias o pretenden renunciar a ellas. Yo prefiero celebrar las mías. Creo que la grandeza en cualquier actividad artística proviene de construir sobre el trabajo de aquellos que te precedieron. Beethoven fue un gran compositor porque se basó en la obra de Mozart y Haydn. Schnittke fue genial porque se basó en el trabajo de Mahler y Shostakovich.

S: ¿Cree en la inspiración o en el trabajo duro? ¿Quizá en ambos?

W: Naturalmente, ambas son importantes. Otras características cruciales para un compositor incluyen: una gran curiosidad por el mundo; rigor intelectual; fascinación por los rompecabezas, la lógica y el diseño; una profunda honestidad emocional; un intenso deseo de comunicarse; apertura a la colaboración y la interpretación; una comprensión en constante evolución de los propios hábitos y necesidades laborales; una fascinación por la historia (la historia de la música en particular); y el deseo de comprometerse con la "filosofía eterna".

Por "filosofía eterna" me refiero a los aspectos del significado en la vida humana que son consistentes de generación en generación. En cierto modo, nuestra era tecnológica es muy diferente de la era de los antiguos griegos, los árabes medievales o la dinastía Qing en China. Pero en algunos aspectos cruciales, la forma en que experimentamos la vida internamente como seres humanos es la misma en todos ellos. Los compositores deben intentar llegar al núcleo de esa experiencia humana interior que trasciende las edades. También creo que cada composición debería tener algún aspecto en la música que avergüence a su compositor, al menos un poco, algo peculiar que revele un poco de mal gusto o entusiasmo infantil.

S: ¿Cual a sido su mejor experiencia en el podio? ¿Y la peor?

W: La mejor: Sería difícil de superar la experiencia que tuve en junio del 2015 dirigiendo el movimiento final de mi sinfonía en el Carnegie Hall. Había sido el director de la Sinfónica Juvenil de Cincinnati durante cuatro años y había seleccionado personalmente a todos los estudiantes de la orquesta. Había trabajado de cerca con muchos de ellos durante varios años y había compuesto esa sinfonía específicamente con ellos en mente. El programa incluía mi obra, así como selecciones de "Romeo y Julieta" de Prokofiev y dos obras de Alfred Schnittke, quizás mi compositor favorito del siglo XX. Fue mi último concierto con la orquesta, y uno que nunca olvidaré.

Recientemente también dirigí “La Consagración de la Primavera” con mi orquesta actual en Seattle. Fue un gran desafío para ellos, pero trabajaron muy duro e hicieron una excelente interpretación. También dirigí con ellos "Desde el fondo del Abismo" de Lili Boulanger, que en lo personal califico como una de las obras para orquesta y coro más importantes jamás producidas. Al principio, los músicos se mostraron incrédulos, pero en el día del concierto, todos se habían enamorado de esta magnífica obra.

La peor: Tuve que dirigir el primer movimiento de la tercera sinfonía de Brahms varias veces, siempre en audiciones de dirección de orquesta. Adoro a Brahms en general (esta sinfonía en particular) pero es extremadamente difícil de dirigir. Cuando tienes sólo unos minutos para "ejecutarla" con una orquesta, los resultados son terribles, al menos en mi experiencia. Un día espero poder programarla en un concierto y dedicarle el tiempo necesario a ensayar y a sentirme cómodo con sus peculiaridades.

S: ¿A quién consideraría como el compositor estadounidense por excelencia?

W: Para mí, el compositor estadounidense "por excelencia" tiene que ser alguien que pueda escribir tanto en estilos clásicos como populares y combinar los dos; idealmente debería ser alguien que haya hecho contribuciones a la sala de conciertos, el escenario de Broadway y la industria cinematográfica de Hollywood (ya que esos son los géneros estadounidenses por excelencia).

Con eso en mente, elegiría a Leonard Bernstein. Su música para “West Side Story” (Amor sin Barreras) incorpora muchos estilos populares diferentes, pero él también compuso una fuga de 12 tonos en una obra que se adaptó a una de las películas más populares de todos los tiempos. Menciones honoríficas: John Philip Sousa, Scott Joplin, George Gershwin, Billy Strayhorn, Aaron Copland, Stephen Sondheim y John Williams. Lo más cercano que tenemos hoy en día a “compositor Estadounidense por excelencia” es probablemente Jennifer Higdon.

S: ¿Qué compositores emergente sigue o le interesa?

W: Un compositor emergente cuyo trabajo me interesa mucho es el de un joven compositor Estadounidense de Dallas, Texas llamado Quinn Mason. Me enteré de la música de Quinn hace unos cuatro años cuando me contactó por correo electrónico y me pidió que revisara algunas de sus composiciones.

He recibido muchos correos electrónicos de jóvenes compositores y siempre estoy feliz de escuchar lo que envían y ofrecer consejos. A veces, la música que envían es muy buena, pero nunca me he encontrado con otro joven compositor con el talento y las habilidades de Quinn. Su música se reveló de inmediato como el trabajo de un joven artista que estaba dominando a fondo su arte y emergiendo con un estilo original.

Desde entonces, Quinn se ha convertido en un amigo y pupilo. Me envía sus piezas a medida que las escribe, y las recibo con tremenda emoción, siempre asombrado por las obras que produce (¡y cuántas obras produce!). Quinn y yo tenemos estilos e intereses musicales algo diferentes, pero compartimos los mismos valores musicales y siempre estoy muy interesado en saber qué dirección está tomando su trabajo.

S: ¿Cual es su opinión acerca de las bandas sonoras? ¿Especialmente en relación con la música clásica?

W: Soy un gran amante de la música de cine, pero solo el estilo que está conectada con la música clásica de alguna manera. Adoro la música del Hollywood clásico, de compositores como Bernard Herrmann, Max Steiner y Miklos Rozsa. Entre los compositores de cine que trabajan hoy en día, sólo unos pocos me interesan. Mi compositor de cine contemporáneo favorito es Alberto Iglesias, y de hecho es uno de mis compositores contemporáneos favoritos en cualquier género. Adoro las películas de Pedro Almodóvar, en gran parte por el aporte de Iglesias.

Además de Iglesias, hay algunos compositores franceses cuya música cinematográfica admiro bastante, en particular la música de Philippe Rombi para las películas producidas por François Ozon y las partituras de Alexandre Desplat para las películas producidas por Wes Anderson. Sin embargo, hay un aspecto en particular que realmente me molesta con alguna música cinematográfica: cuando en una película histórica no se usa música de la época. Desafortunadamente, esto es extremadamente común; es la excepción cuando un film histórico utiliza música adecuada a la época.

S: ¿Escucha música de otros géneros?

W: Sí, escucho mucha música de la "época dorada" de Broadway. Considero a Stephen Sondheim como una deidad viviente enviado a la tierra; fácilmente es mi compositor vivo favorito en cualquier género. Su trabajo es casi pasado por alto por las instituciones de la música clásica, y esto es una lástima. Su música combina lo mejor de la gran tradición de Broadway (Gershwin, Arlen y Styne) con lo mejor de la tradición de la música clásica del siglo XX (Ravel, Stravinsky y Rachmaninoff).

Aparte de eso, es muy raro que escuche otros tipos de música. Mi principal interés es descubrir obras de música clásica poco conocidas de compositores desconocidos (¡como hago a menudo en el canal de YouTube de Sergio Cánovas!). Incluso cuando no me encanta la música, casi siempre encuentro algo interesante que aprender de ella.

S: ¿Alguna anécdota reciente?

W: Ahora estamos a principios de junio de 2021 y la vida en los Estados Unidos está comenzando a volver a la normalidad. Recibí mi segunda dosis de la vacuna Pfizer el 12 de mayo. Pude ir a una pequeña fiesta en una casa, un "melómano", el fin de semana pasado y presentar algunas de mis composiciones recientes para una audiencia invitada en Portland, Oregon. En una mejor nota, mi orquesta ha vuelto a la vida musical con ensayos y conciertos programados al aire libre para este verano, ¡la primera vez que hacemos música juntos desde febrero del 2020!