ROGATIS

Pascual de Rogatis (1880-1980) nació en Teora, ciudad cercana a Nápoles en Italia, el 17 de mayo de 1880. Se trasladó a Buenos Aires a la edad de tres años, ciudad donde se radicó y posteriormente realizó sus estudios musicales y su carrera en esta disciplina.

Comenzó sus estudios de violín en el Conservatorio de Buenos Aires con los maestros Pietro Melani y Rafael Díaz Albertini. Por otro lado contó con la guía de Julián Aguirre en Teoría y Solfeo y en Composición y Dirección Orquestal con Alberto Williams.

Destacó pronto como intérprete de violín, así como en composición y en dirección orquestal, disciplina que ejerció en forma circunstancial.

A diferencia de los músicos argentinos de la época, De Rogatis no estudió nunca en Europa, a pesar de contar con oportunidades para hacerlo. Su voluntad era formarse exclusivamente de acuerdo a la tradición argentina.

Si bien se sintió influenciado en sus composiciones tanto por Richard Wagner como por Claude Debussy, tomó como tema de sus obras la leyenda o magia indígena así como sus características musicales.

Así lo demuestra en su poema sinfónico «Zupay» estrenado el 25 de mayo de 1910 para el Centenario, en el Teatro Colón. Esta obra está basada en el libro homónimo de Ricardo Rojas, quién además inspiraría al compositor en futuros trabajos. Con esta obra pone en claro su compromiso con la tendencia americanista, de la que fue uno de sus máximos representantes.

Obra destacable es la ópera «Huemac» compuesta en 1916, de la cual se conservan sólo unas Danzas, que integran el repertorio de las principales orquestas argentinas. Escuchar atentamente la «Danza de Huemac», constituye sin duda una experiencia positiva. La obra mantiene intacta su frescura, una instrumentación imaginativa de ricos colores tímbricos y una sólida estructura formal.

Con el drama lírico «Huemac» inicia la temática inspirada en elementos pre hispanos, basados en una intuición, porque todavía no existían los estudios musicológicos de los D’Harcourt  y de otros investigadores. Esa intuición lo lleva a buscar las escalas pentatónicas y una especial riqueza rítmica.

Otras obras suyas son, «El Viento», poema para piano compuesto en 1918 y la ópera «La Novia del Hereje» (La Inquisición en Lima), estrenada en 1935, sobre una muchacha procesada por la Inquisición por su amor con un pirata.

Entre sus obras orquestales se encuentran el preludio sinfónico «Tumbas incaicas» Op.9, la «Suite Árabe» Op.2 para orquesta de cuerda de 1902, la «Rapsodia Argentina» para violoncelo y orquesta. Los poemas sinfónicos «Belkis en la Selva» de 1906  «Marko y el Hada» Op.10 de 1905 y «Atipac» (Escenas de la selva americana), compuesto en 1931. La «Suite Americana» compuesta en 1924 es otro de los poemas sinfónicos así como «Cuyas bajando la montaña» escrito para piano en 1947 y posteriormente orquestado por Pablo Boggiano.

Su producción incluye además un importante aporte en la canción camerística, destacándose las «Cinco Canciones Argentinas» de 1923, «Coplas» de 1925 y «Alamo Serrano» de 1926, entre otras.

Junto con su labor como compositor desarrolló una actividad intensa en la docencia en el Conservatorio de Buenos Aires y en el Conservatorio Nacional de Música y Arte Escénico, en las Cátedras de Violín y Música de Cámara.

En su producción, que todavía espera un estudio profundo, podemos distinguir dos períodos. Uno con reminiscencias exóticas y orientales y otro de raigambre autóctona, en una línea distinta de la que hasta ese entonces había asumido el nacionalismo musical.

Obras posteriores de De Rogatis tienen indudablemente los mismos méritos, pero la falta total de grabaciones y de audiciones periódicas impide experimentar en vivo sus cualidades y sus posibles carencias.

Su producción permanece en general inédita y sin difusión, salvo las obras impresas para piano o para canto y piano. Lucio Bruno-Videla es uno de sus más entusiastas defensores interpretando varias de sus obras sinfónicas.

De Rogatis fue un singular personaje de una increíble vitalidad y rapidez mental, aún en sus últimos años, rondando constantemente por el Teatro Colón, siempre atento a lo nuevo como atestiguan sus declaraciones cuando le preguntan si en los conservatorios se deben enseñar las técnicas experimentales: Todo. Se debe enseñar todo. Porque siempre hay en todas las cosas algo de interesante. Todo lo que imagina la humanidad tiene algo de interesante.

Pascual De Rogatis falleció en la Ciudad de Buenos Aires el 2 de abril de 1980, pocos meses antes de cumplir cien años.