VISION GENERAL

11 – Visión general del desarrollo de la Sinfonía en los Estados Unidos

En este capítulo realizamos una breve recapitulación de la historia de la Sinfonía en la nación estudiada para poder sacar nuestras propias conclusiones. Añadimos finalmente una serie de comentarios sobre la dirección que actualmente esta tomando el género.

Recapitulación histórica

La historia de la Sinfonía sigue la historia de las diversas naciones, por ello al ser los Estados Unidos de América una nación joven, su historia es corta. Prácticamente nace a mediados del siglo XIX, poco antes del surgimiento del jazz, el estilo musical que caracterizará a la nación.

Los primeros compositores están influenciados por la música centroeuropea. Músicos como Dvorak enseñan el los Estados Unidos y la mayoría de compositores americanos completan sus estudios en Alemania, como son los casos de Paine, Chadwick o Strong. Gottschalk es uno de los primeros en introducir motivos folclóricos autóctonos en sus obras, lo cual les proporciona un original estilo.

El siglo XX determinará la rotura con el pasado musical europeo. Las orquestas americanas se han desarrollado totalmente y dos grandes nombres aparecen en el panorama sinfónico. Son Charles Ives y Aaron Copland. El primero ha proporcionado el americanismo a la música sinfónica, además de aportar por su espíritu innovador, la pasión por encontrar nuevas sonoridades originales. El segundo escribe la primera gran sinfonía americana, una obra que se une a las grandes composiciones de repertorio. Además de recoger las raíces folclóricas intenta realizar una música progresista. Por todo ello estos dos compositores han merecido un capítulo especial en nuestra obra.

La gran diversidad de estilos y orígenes raciales de los compositores americanos ha enriquecido de manera substancial la música sinfónica. Un fenómeno multicultural único entre las naciones más avanzadas, que vemos reflejado espléndidamente en las obras. Mencionamos a continuación los autores que nos parecen más interesantes en este siglo que podemos llamar de la diversificación.

Walter Piston con sus ocho sinfonías nos aporta un trabajo de gran seriedad, con un estilo neoclásico que se inclina hacia la atonalidad en sus últimas obras. William Still Grant nos aporta todo el folclorismo de la música negra, siendo el primer compositor de su raza en poder estrenar sus obras en auditorios reservados a la raza blanca. Con ello contemplamos otra característica de la sociedad americana, los problemas raciales.

Howard Hanson lucha para mantener el romanticismo en una época en que es despreciado. Por el contrario Henry Cowell desarrolla una música progresista sin abandonar nunca totalmente la tonalidad. Muere en una época, los años 1960, dominada por un terrorífico serialismo unificador, un verdadero comunismo musical.

Roy Harris construye una música dentro de la tonalidad, en la cual el sentimiento patriótico americano tiene gran importancia. George Antheil logra una gran fama en su época. Un músico que evolucionó desde una juventud progresista a un estilo más popular amparándose en las técnicas del collage. Encontramos compositores de origen italiano como Giannini o Creston olvidados en los años de la revolución serialista. Actualmente sus obras se han recuperado como las de muchos compositores que escogieron el camino de la tonalidad para su música. Caso contrario al de Elliot Carter, admirado por la crítica por su modernismo, pero detestado por el público regular de los conciertos. Samuel Barber es considerado como uno de los grandes compositores americanos, escribiendo en un lenguaje propio pero conservador.

William Schuman es otro gran compositor de sinfonías, que se mueve entre la tonalidad y una armonía disonante. Alan Hovhaness a lo largo de sus innumerables obras nos introduce en la música folclórica de Armenia. Sus coloristas obras son algo repetitivas, pero nos trasladan a lejanos ambientes con un tipo de música oriental destinada a la relajación. Don Gillis con su música desenfadada nos ofrece el humorismo en la música, algo que se agradece en un siglo dominado por el terror.

Morton Gould realiza una música de fusión con el jazz, con una coloración típicamente americana. Vincent Persichetti de origen italiano y David Diamond de origen judío polaco escriben una música que oscila entre la conservadora y la progresista. Leonard Bernstein, también de origen judío, es una de las figuras más populares de la música americana, pero no debido a sus sinfonías de raíces hebreas sino por su espectacular música teatral, que realiza la fusión entre la música clásica y la pop.

Entre los compositores que no se inclinan hacia ninguno de los estilos, contrapuestos en su época, tonalidad y serialismo, encontramos a George Rochberg y Peter Mennin. Una gran cantidad de figuras nacen en las nuevas generaciones entre los que citamos a Easley Blackwood por sus confesiones sobre la función del atonalismo, la cual considera como un callejón sin salida.

Durante la época de los años 1960 la música contemporanea se separa del público, al ofrecer extrañas obras atonales incomprensibles para los aficionados, salvo los que se consideran snobs o entendidos en la materia. Para recuperar la audiencia perdida aparece el minimalismo. En el campo de la sinfonía su principal representante es Philip Glass. Su música de carácter tonal repetitivo logra fusionarse con los estilos que han atraído a la juventud actual, procedentes del jazz convertido ahora en el rock, ofreciendo sus obras de fusión. Luego nacería la corriente neo-romántica que emplea un idioma nuevo para expresar ideas tradicionales.

Dentro de la música contemporánea se encuentra John Corigliano, con un estilo propio muy interesante, de gran imaginación, realizando una música moderna pero de raíces clásicas. William Bolcom considera que solo existe una música y el verdadero arte consiste en una polinización entre la música popular y la clásica, un fundamento que había sido abandonado durante la época serial.

Dentro de la segregación además de la racial encontramos la sexual. Después de que los compositores de color como Adolphus Hailstorck, han sido admitidos en los conciertos, nos encontramos con la mujer compositora. Gloria Coates y Ellen Zwillich son dos ejemplos de compositoras sinfónicas.

En la generación nacida en la segunda mitad del siglo XX destaca Michael Daugherty, con su populista visión del nuevo americanismo en la música. Kamran Ince de ascendencia turca, escribe una música descriptiva de raíces árabes. William Banfield es otro compositor de color influenciado por el jazz. David Maslanka compone sinfonías para bandas sinfónicas, otra característica nacional, usando un estilo moderno de raíces populares También nace la sinfonía en Puerto Rico con Roberto Sierra, que lleva la popular salsa al género sinfónico. Finalmente mencionamos el caso de Jay Greenberg, como el de un nuevo Mozart.

Conclusiones finales

El antiguo género Sinfonía, que para muchos de los compositores modernistas había muerto, sufre una gran recuperación en los Estados Unidos. La sinfonía renace de la mano de los compositores conservadores y modernistas moderados. Solo los serialistas más extremistas opinan que es un género anticuado y acabado.

Este resurgir del género permite una gran variedad en su modo de expresión. Aparecen las influencias folclóricas de raíces europeas, especialmente irlandesas e inglesas traídas por los primeros emigrantes y las africanas importadas por los esclavos negros.

Después de seguir las tradiciones importadas de Europa, la sinfonía se moderniza, siguiendo dos caminos. El modernista que sigue la escuela dodecafónica, triunfando entre los intelectuales de mediados del pasado siglo y la conservadora que es atacada por la crítica. Finalmente el triunfo es conseguido por autores eclécticos que toman elementos de cada sistema.

La música se escribe para que el público asistente a los conciertos pueda disfrutarla. En una nación movida por el capitalismo esto es fundamental. Las instituciones musicales pagan a los compositores por su trabajo, deseando recuperar el dinero invertido. Esto se traduce en lo que se conoce vulgarmente como música comercial.

Arrastrados por el deseo de agradar a los auditorios, los compositores americanos se esfuerzan en la escritura de obras bien estructuradas, con la introducción de nuevos elementos provenientes de todos los campos, con la finalidad esencial de que sean bien recibidas por el público, siendo apoyadas por una crítica menos idealista que la del frío racionalismo centroeuropeo.

El resultado de ello es que tenemos una gran colección de obras que pueden ser admiradas por gran parte de los melómanos. Este hecho conlleva el afán de producción de nuevas obras por jóvenes compositores, que las verán interpretadas por las orquestas más importantes.

El desarrollo de la forma sinfonía en los Estados Unidos no ha terminado en el momento de escribir las últimas frases de este libro. Acabamos con el deseo de que alguien, dentro de mucho tiempo, revise esta obra y la complete. Un libro que siempre continuará siendo una versión provisional, pues mientras exista la vida, continuará el hombre expresando sus ideas mediante la más sublime y volátil de las artes.