Otto Olsson (1879-1964) nació en Estocolmo el 19 de diciembre de 1879, en el seno de una modesta familia. Su madre, una mujer muy religiosa, lo llevaba frecuentemente a la iglesia donde el niño estaba fascinado por la música del órgano. Albert Lindström, el organista del templo, le dio las primeras lecciones de órgano y piano. Por influencia de su maestro, que reconoció sus cualidades musicales, pudo entrar en la Academia Musical de Estocolmo, siendo a sus catorce años el alumno más joven de la clase de órgano.
A partir de 1897 empezó sus estudios de contrapunto y más tarde de composición con un alumno de Berwald, Joseph Dente. Al final de sus estudios en 1902 presentó en un concierto su única sinfonía, interpretando el primer movimiento.
La “Sinfonía en sol menor para gran orquesta” Op.11 como se ha dicho, fue compuesta en los años finales de sus estudios, entre 1901 y 1902. Puede ser considerada como un ejercicio académico de contrapunto y composición. El primer movimiento se estrenó en el mes de mayo de 1902 en un concierto de estudiantes dirigido por su propio autor. No sabemos nada de la reacción del auditorio al no existir críticas en ningún periódico. Lo cierto es que la obra completa no se estrenó hasta 1979, en una audición radiofónica, interpretado por la Orquesta Sinfónica de la Radio Sueca dirigida por Stig Westerberg. La primera grabación en disco se realizó en 1996 interpretada por la Orquesta Sinfónica de Gävle dirigida por el nieto de Liljefors, Mats Liljefors, para el sello Sterling.
El primer movimiento, lento, allegro molto, empieza con una sección lenta después de tres acordes. La cuerda presenta un motivo suspirante. El segundo tema es más melódico, con influencias del folclore local. Estos dos temas son trabajados a lo largo del movimiento, con medios contrapuntísticos que demuestran su adquirida maestría. La clásica recapitulación cierra el movimiento.
El segundo movimiento, allegro vivace, es un scherzo en forma de fuga. El tema es presentado por la cuerda de un modo rápido y ligero. Es una variación del segundo tema del anterior movimiento que pronto toma la forma de fuga. Es interrumpida por el trio, consistente en una melodía elegíaca presentada por los fagots y las violas. Pronto se reanuda la fuga donde se combinan los dos temas conducidos primordialmente por la cuerda.
El tercer movimiento, adagio, constituye el centro de la sinfonía, con una duración superior a los veinte minutos. El tema principal es iniciado mediante el clarinete, en forma germinal. Esta primera sección es apoyada por la orquesta en forma similar al órgano, poniendo en relieve la madera frente al metal. El verdadero tema principal es presentado por el clarinete, un tema melódico romántico elegíaco, que gradualmente va creciendo hasta llegar a su climax. Luego decrece presentando el trombón las notas del tema inicial. La orquesta recoge nuevamente el tema principal con fuerza, llevándolo a un nuevo climax apoyado por el metal. Después de un silencio, se inicia mediante la madera una nueva sección, que mediante un crescendo nos lleva a un dramático momento con llamadas de las flautas. Después la calma renace, entrando un cuarteto de violines, destacando sobre el resto de la orquesta. Finalmente el tema principal retorna, interpretado por la trompa acompañada por el pizzicato de la cuerda. Luego el tema pasa a la orquesta, que después de un contenido climax lo llevará hasta una tranquila coda.
El último movimiento, finale, presto, nos presenta una nueva fuga. El tema principal es presentado por la cuerda. Un tema rápido que se desarrolla en forma fugada. Su progresión en forma de danza es interrumpida por una llamada del metal, pero pronto recupera su ritmo con renovada fuerza. El tema se combina con una melodía, presentada por el fagot mediante amplias notas. El metal inicia una solemne fanfarria que alterna con la danza de la cuerda. La fanfarria del metal nos lleva a la parte final de la obra, un prestissimo desarrollado por toda la orquesta. Escalas de la madera y de los violines nos conducen hasta el final, una grandiosa coda con poderosos acordes.
Una gran obra escrita por un compositor principiante. Dotada de un estilo conservador propiciado por las enseñanzas de su maestro Joseph Dente que consideraba a Wagner como demasiado moderno. Además debemos situarnos en la Suecia de principios de siglo, donde eran totalmente desconocidos nombres como Debussy, Schönberg o Mahler. La música que se escuchaba estaba centrada en los clásicos y románticos. Beethoven, Mozart, Schubert, Mendelssohn y entre los nórdicos Grieg y Svendsen eran los más conocidos. Olsson apreciaba a los clásicos y a los compositores franceses para órgano como Widor, Franck o Vierne. Su sinfonía es una muestra de como Olsson dominaba el contrapunto.
La obra nunca fue estrenada durante su vida. Acaso esto lo indujo a no escribir nunca más para gran orquesta. Con esto se ha perdido lo que hubiera podido ser una gran figura dentro de la música sueca. Podemos realizar una reflexión sobre el poder que otorga a un compositor novel el apoyo a su obra. Si Olsson hubiera encontrado el apoyo necesario pudiera habernos deleitado con alguna genial sinfonía. Compositores menos dotados han tenido más suerte en este aspecto.
A pesar que sus primeras obras le sirvieron para ganar una beca para ampliar sus estudios de composición a partir de 1903, no se realizó ningún concierto para interpretar sus obras, excepto algunas obras escritas para órgano.
En 1907 logra el puesto de organista en la iglesia recién construida Gustaf Vasa de Estocolmo, puesto que ocuparía durante casi cincuenta años. Durante este tiempo se dedicó exclusivamente a escribir música destinada a la iglesia. La más importarte el “Te Deum” para coro, cuerdas, arpa y órgano. Además a partir de 1908 daba clases en el Musikkonservatoriet de Estocolmo, convirtiéndose en 1926 en profesor de órgano.
En el año 1918 compone una nueva sinfonía titulada “Credo Symphoniacum” Op.50, pero se trata de una sinfonía para órgano en el estilo de las compuestas por el francés Widor. Continúa escribiendo obras para órgano y corales hasta su jubilación en 1956 de sus cargos de organista y profesor. Trabaja en un oratorio que nunca terminó. Muere el 1 de septiembre de 1964. Actualmente es recordado en Suecia por sus obras corales, entre ellas el famoso coral “Advent” cantado en la mayoría de iglesias suecas el primer domingo de adviento.